La familia “Supo- Tasso Grande” ha
viajado de vacaciones al norte, ha contratado un paquete turístico que ha dejado en rojo sus arcas en los
diferentes bancos. Abraham Supo-Tasso, el padre de familia, a regañadientes ha
cumplido con la promesa que le ha hecho su esposa Reyna Grande de Supo-Tasso, a
la cual le encanta su apellido de casada. Producto de su amor han concebido a
sus dos hijos: Ricco Supo-Tasso Grande; un joven de dieciocho años, de pinta de
galán, de ojos azules y de un cuerpo bien entrenado en el gimnasio. Never Supo- Tasso Grande es un púber de
catorce años, al cual en un principio quisieron llamarlo Heber pero fallaron en
la escritura y se quedó así. El niño con esa premisa de vida siempre ha sido de
perfil bajo y de preferencias discretas, todo lo contrario a su hermano Ricco.
Se han hospedado en un hotel exclusivo de Tumbes, el Resort “D’Camaleón”, que
se presenta como la mejor opción para aventurase a sus primera vacaciones familiares
en mucho años. El primer día el sol los acompaña, el mar se presenta limpio y
generoso, no hay grandes olas, casi ni las hay. Don Abraham se sienta en el bar
y beneficiado por una pulsera que incluye un consumo ilimitado de comidas y
alcohol, se entrega a la bebida. Él quiere recuperar toda la plata invertida en
el viaje y va unas siete cervezas y cuatro pisco sour que le han permitido
contar historias inventadas y chistes sin gracia que ahuyentan a los demás
bebedores que se ríen por compromiso. Doña Reyna siempre ha sido una mujer de
playa, recuerda sus tiempo aquellos, cuando practicaba el surfing y era
pretendida por los chicos más guapos de esos tiempos. Se ha puesto un traje de
baño enterizo que acomoda los rezagos de un cuerpo bien cuidado. Doña Reyna
para su edad, todavía conserva algunos encantos indiscutibles a la vista de
cualquier caballero. Conserva por ejemplo, un par de piernas bien esculpidas
por sus visitas al gimnasio y un trasero descomunal que acomodan bien en sus
pantalones apretados. Ricco ha cogido su tabla, se ha echado un bronceador
especial y se ha colocado unos lentes de marca que le vendieron a precio
módico, los cuales resultaron ser una copia que fácilmente hubiera encontrado a
menos de la mitad del precio que pagó. Ha corrido luciendo su cuerpecito
escultural y ha llamado la atención de un grupo de señoritas que están en su
viaje de promoción. Never se encuentra cubierto con bloqueador, tiene la cara
blanca por el ungüento. Se ha protegido
bajo la sombrilla y ha empezado a leer el nuevo libro de Jaime Bayly, el cual
pretende terminar en el breve viaje. Don Abraham ya borracho se siente
envalentonado y se acerca a la sombrilla donde se encuentra su familia, se ha
quitado el polo mostrando una barriga desproporcionada producto de los
embutidos y la cerveza. Doña Reyna le acerca el bloqueador para que se proteja,
él lo mira con desdén y se arroja descubierto, despreocupado en una toalla, se
avienta boca arriba y sin más se duerme. Doña Reyna un mes antes del viaje se
entregó a una dieta draconiana que la tuvo al borde de la inanición, pero logró
sacar fuerzas de la juventud y bajó algunos kilitos que ahora luce con orgullo.
También beneficiada por la pulsera de todo incluido, se ha acercado con
curiosidad a un bufete diverso y dadivoso que está disponible de nueve de la
mañana a cinco de la tarde, muy aparte de los restaurantes para los desayunos y
almuerzos. Se ha permitido comer después de tiempo una hamburguesita con
papitas fritas. Ricco quiere hacer honor a su nombre y tiene poses de modelo
disforzado que lo dejan muy mal. Intenta hacer gestos y hablar con un tono “bacán”,
siempre en voz alta para ser escuchado. Se ha dado cuenta que ha robado miradas
en un grupito de escolares alborotadas y lo quiere aprovechar. Never se ríe
sólo, como loco. Su libro le encanta y no percibe lo que pasa a su alrededor,
él está en el cuarto de su casa leyendo a su autor preferido, no en una playa
del norte del país. Don Abraham babea mientras duerme. Doña Reyna con una
empanadita de pollo en la boca y dos en su bolsa de playa remolca a su esposo y
lo pone boca abajo. Rico se acerca a las chicas y dice imitando la voz de
Elvis: “Hola, mi nombre es Ricco Supo-Tasso Grande (aclarando que es un
apellido compuesto), y se da una vuelta poco discreta para enseñar su culo. Las
chicas se dan cuenta que es un galán monse y pierden interés, todas menos una.
Never se sonroja con lo que lee y siente una ligera erección que intenta
disimular. Se hizo de noche y Don Abraham es un camarón extraterrestre. Está
más que insolado y no puede moverse. Sigue algo ebrio y no se ha percatado de
su problema. Grita de dolor mientras se mira al espejo y piensa que cuando
asiente el bronceado estará delicioso. Doña Reyna se ha escapado al bufete y va
por el tercer plato, ya ha merendado comida italiana, española y ahora quiere probar
la francesa. Ricco intentó conquistar a la niña rubia que se ha escapado con
sus amigas aduciendo sueño, él la mira bailar desde la barra, donde toma un
whisky con guaraná, siempre bien vestido, sin salir de su personaje de príncipe
playero. En su cuarto, Never se ha encerrado en el baño y se entrega al auto
toqueteo. Don Abraham brilla en el balcón de su cuarto, donde espera la brisa
del mar calme sus ardencias. Está enojado porque ha pedido unos cigarros al
cuarto, cigarros que compra a dos soles y ahora le han costado seis dólares. “¡Es
un robo carajo!” piensa sin poder moverse por la insolación. Doña Reyna ahora
asalta la zona de parrillas y no puede parar de comer. Se ha soltado el botón
de su short playero. Tambalea sus caderas de un lado al otro y se presenta con
sus apellidos completos: “Buenas noches, mi nombre es Reyna Grande de
Supo-Tasso” y se mete un pan a la boca mordiéndolo como un tiburón hambriento y
sensual. Ricco no sabe beber y sin la atención de la rubia escolar, ha seducido
de manera chapucera a una dama de grueso calibre, una gordita coqueta que ya
vendió todos sus boletos al galán trucho para entregar su flor. Never está
tirado sobre su cama desnudo, viendo un canal para adultos y preocupado porque
sus fluidos han sorprendido a su libro y sus hojas se encuentran todas pegadas.
Don Abraham llora en su balcón porque no puede quitarse el short, le duele
todo. Doña Reyna se pelea con algunos mozos porque ya se terminó la hora de la
comida y proceden al guardado de los potajes, por lo que ella se escandaliza,
dice que tiene hambre y que su pulsera le permite morir de un cólico estomacal si
le da la gana. La gordita amiga de Ricco lo ha llevado hasta su cuarto, él está
borracho. Ha rebuscado entre sus bolsillos la llave del cuarto que comparte con
su hermano menor. En la búsqueda ha encontrado otros bultos. Never ha escuchado
la puerta y desnudo, con el libro pegajoso se ha metido bajo la cama, todavía
lo acompaña una erección. Don Abraham se ha bebido una botella de vodka para
seguir borracho y olvidar su insolación. Ha encontrado el canal porno que
también mira su hijo menor y se ha puesto como toro. Doña Reyna ha sido
retirada con educación de la cocina y la han invitado a descansar a su cuarto.
Al entrar a su habitación, todavía con algo de hambre, ha encontrado a su
esposo, muriendo de dolor por la insolación, boca arriba, con una erección que
hace años no procuraba y acompañados sólo por la luz de un televisor con imágenes
indecentes que a ella también la han puesto a burbujear, se ha lanzado encima de su adolorido esposo
intentando zacear su apetito. La gordita lo ha desvestido todo, él piensa que
es la rubiecita. Su cuerpo bien bronceado se desluce por su culo blanco que no
ha visto el sol. Parece el pabellón
nacional. Ella, gordita y necesitada, se ha quitado la ropa y también lo monta
gimiendo sin reparos. Never bajo el colchón sigue leyendo su libro acompañado
por la erección más pronunciada de su vida. Don Abraham grita al ser montado,
pero grita de dolor, quiere morir. Doña Reyna tiene los ojos cerrados, está a
punto de llegar. Mientras monta a su marido grita “Estás rico” recordando el
ceviche de mariscos que comió como aperitivo. La gordita no siente nada, está
decepcionada. Ahora lo ha puesto a él encima suyo porque se ha percatado que
sus amigas desde el cuarto de al frente la observan y está segura que su
popularidad va a subir. Never ha salido de su escondite y se ha parado frente a
la joven pareja amante. Todavía desnudo se ha imaginado un capítulo de su libro
y observa callado. Don Abraham ha mandado a su esposa a conseguir tomates para
que le refresque el cuerpo, se ha metido a la ducha para refrescarse mientas
llora de dolor. Doña Reyna está feliz, ha tenido un orgasmo después de tiempo y
no piensa llevarle las rodajas de tomate a su esposo, se las va a comer con
aceite y pimienta. Ricco ya tiene un video en “You Tube“ y todos comentan su
culo blanco, por fin se hizo famoso. Never se cansó de mirar y se acercó a la gordita sin aspavientos, le besó tímidamente
la espalda y la hizo suya pensando en una personaje de su libro. Ambos se
entregaron su flor esa noche. El primer día en el Resort “D’Camaleón” dejará
que Don Abraham cuente en su trabajo, que fue el alma de la fiesta con sus
diversos chistes y comentarios. Que se tomó toda la barra y que coqueteo con
dos piuranas que le han dejado sus teléfonos. Doña Reyna regresará feliz por
todas las cositas ricas que se ha comido, entre ellas a su esposo. Ricco
prepara la historia de su vida donde hizo una orgía con cinco chicas de una
promoción de Lima. Que tiene un video en “You Tube” que puede avalar sus raíces
sementales. Never ya no quiere excitarse leyendo un libro, ahora que ha
descubierto el sexo y tiene novia, jura tocarse menos.