Sofía dice amar a Leonardo, Leonardo anda confundido por la vida. Sofía posee un círculo social envidiable; a donde va, encuentra a alguien con quien conversar, a algún conocido que con un cariño, quizá fingido, la recibe gustoso. Leonardo no tiene muchos conocidos, él no conoce a nadie, no recuerda a nadie; sólo cuenta con tres o cuatro amigos y uno que otro compañero de aquella promoción fragmentada a la que pertenece. A Sofía la llaman para salir, para hacer planes para algún fin de semana oportuno, para gozar de la energía que la juventud otorga sin desmedro. Leonardo recibe llamadas equivocadas, algún mensaje afectuoso de alguno de esos tres o cuatro amigos que por compromiso, suelen acordarse de él. Sofía es dueña de un pasado escandaloso para la gente que la envidia, para las personas que andan al día con los chismes (que no es poca). Leonardo es un tipo socialmente descuidado, no interesa mucho lo que haga o deje de hacer. Sofía y Leonardo se conocieron hace tiempo. Él ha asistido a todos sus cumpleaños festejados en está ciudad, sin ser debidamente invitado. Ella lo recibió en sus fiestas, sin percatarse de su presencia. Sofía andaba ilusionada por un muchacho que cordialmente la despojó de su delicada flor. Leonardo sufría por su primer amor, por aquella Srta. que aún visita sus recuerdos. Ambos despechados, por caprichos del elocuente destino, consolaron penas juntos. Ella asegura conoció el amor junto a él. Él confirma que el sexo es sublime, sobre todo con cariño. Contra todo pronóstico, la relación se prolonga aún sin fecha definida de caducidad. Sofía ha cambiado mucho por Leonardo, por el amor que jura tener incondicionalmente hacia él. Leonardo también ha cambiado, ya no es el arriesgado soñador que solía ser antes de conocer a Sofía. Sofía aún es una mujer caprichosa, engreída por su madre que paga muchas veces, su ausencia, con regalos. Leonardo es terco, cree saberlo todo, tener siempre la razón. Ella se entristece porque Leonardo se muestra indiferente, insensible, insoportable. Leonardo se enoja porque la ve muy infantil, inmadura, fuera del prospecto de mujer que también cree tener. Sofía recibe mensajes de sus galanes, de sus ex, de jóvenes aventados que desean ser dueños temporales o momentáneos de su persona. Ella no da pie a los jóvenes galanes, pero tampoco deja la puerta cerrada, la deja entreabierta, para ser acortejada indirectamente, para ser vista de reojo. Leonardo sabe da la situación, se enoja, se irrita, no le da interés al hecho de que su enamorada busque otro tipo de compañía, el también la necesita a veces; le fastidia quedar como tonto. Sofía prudentemente desconfía de él, al menor sonido del celular de Leonardo, voltea la mirada un tanto inquieta y sospechosa, quizá sea alguna amiga cariñosa del pasado, o peor aún, del presente, que busca inquietar a su amor, a aquel hombre que quisiera ser la mitad del tipo que cree que es Sofía. Leonardo desconfía también mucho de ella, conoce su pasado, el cual de una manera irónica contribuye al cariño que le tiene. Él la conoce mejor que muchas personas, mejor que muchos de sus propios familiares. Ella lo ama por eso, porque valora el hecho de ser querida por lo que es. Leonardo no está seguro de lo que siente por ella, cree amarla, pero después se decepciona de sus actitudes y calla. Ella no calla nada, un día lo endiosa y al día siguiente le reprocha su actitud arisca, áspera. Él confía de que ha fin de año se irá lejos, cambiará de aires, dejará todo en el pasado y no desea comprometerse con nadie. Ella dice verlo como el amor de su vida, supuestamente está dispuesta a todo. Él le creía, ahora se mantiene incrédulo. Sofía no sabe muchas veces lo que Leonardo siente, lo que Leonardo sabe y cobardemente no dice. Leonardo conoce a Sofía, no es preciso que ella le cuente todo. Leonardo espera que ella termine de desligarse de sus manías, de sus malos hábitos, de aquel mundo banal al que él la ve sujeta.
Cuando Sofía lea esto puede que se enoje, se moleste. Dudará de lo que siente hacia él, pensará en complacerlo y concederá una de las tantas promesas que ya concedió sin mayor compromiso. Él le creerá, sin haber aprendido aún lo que es el rencor, olvidará todo. Otra vez creerán con certeza estar enamorados, creerán ser felices y volverán al círculo vicioso que la costumbre otorga. Ella seguirá linda como casi siempre sabe estar. Él tratará con la fuerza de siempre, quererla un poco más, porque él en verdad la quiere mucho, se preocupa de una manera copiosa por ella, y le importa en demasía lo que le pueda pasar. Sofía sabe que Leonardo ya le falló una vez, tiene miedo, quizá por eso se comporta así, quizá por eso es tan descuidada a la hora de actuar. Ambos se guarda secretos, ambos creen ser sinceros y al mismo tiempo creen que pasan desapercibidos. Ambos se celan, a su manera, a su estilo. Ambos buscan el bien común y se equivocan bastante. Sofía dice lo que piensa, muchas veces llorando. Leonardo calla, no dice nada, sólo escribe.
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