Cuando él la conoció no le llamó la atención. Tuvieron que sentarse próximos en el trabajo para conocerse mejor. Ella le contaba de su enamorado, que era un chico bueno y que pronto se casarían. A él le bastó escucharla una tarde para darse cuenta de que mentía y que no era tan feliz como predicaba. Cuando hablan mucho no hay que creerles todo. Ella se desvivía por algo que evidentemente era falso. No se coquetearon mucho, no hubo saliditas comprometedoras que avisaran un romance impetuoso. De pronto en una reunión en casa se besaron, se tocaron, se rozaron sin mesura. La chica buena, de las buenas acciones ahora se entregaba como la mujer que siempre fue. Pasaron muchas lunas entre besos y abrazos para que se convencieran de que eran amantes y de que debían hacer honra a su condición. Él se encariñó mucho con ella. Ella lo veía como un chico travieso que sólo se prestaba para la travesura, nada más. Fueron arriesgados en encontrarse en sitios donde no era necesario hacer gala de su locura. Tuvieron durante un par de meses la fiebre del placer y se volvieron locos; claro, todo esto sin que su enamorado se entere de nada. Ella se quejaba mucho de él, que era un hombre no tan caballeroso y que incluso se había sobrepasado de tosco con ella. No hubo conversaciones que no terminaran en sudor. Él la llegó a querer mucho, y cuando ella se animó a corresponder, él ya no estaba. Ella sigue con su enamorado de toda la vida, tienen los mismos problemas pero más experiencia para sobrellevarlos. Él no quiere molestarla, sabe respetar la situación a pesar de todo; sólo espera que suene su teléfono y que ella enojadísima le diga que su enamorado es un animal.
Es su amiga, siempre lo fue. Jamás se imaginaría que entre él y ella podría pasar algo, pero pasó. Ella tiene un enamorado que la ha acompañado para bien o para mal casi diez años. No se imagina con otra persona que no sea él; ha vivido todo lo que se puede vivir en una relación y también ha probado de lo malo. Él siempre creyó que era una chica encantadora, de esas con las que se puede llegar a estar. Sólo pasó, no saben cómo ni porqué. Ella a pesar de las mil razones que tiene para abandonar al chico con el que está no se atreve ni se atreverá. Él espera que se llene de valor y que se anime a encontrar algo que en verdad merezca, mientras tanto le escribe cartas como un enamorado prófugo, cosa que nunca hizo. Todo en lo que piensa él está relacionado con ella y siente pena de las cosas que no le corresponden. Nunca le pasó algo así. Ya no podrá ser el mismo amigo que siempre fue, no le interesa ser su amante. Él no desea que se vaya como vino, y que su historia termine en adiós. Aparentemente todo es posible, menos ella.
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