Fuiste tú
Está en su cuarto, escuchando
canciones de Ricardo Arjona; le parece que no eran tan malas sus canciones.
Mira el techo como esperando encontrar algo nuevo, algo que le va a sorprender
en cualquier momento. Lee los libros que ha leído una par de veces antes, no se
acuerda muy bien de lo que trataban, sabe que no retiene ni sus líquidos. Ha
llamado a un par de amigos, todos ocupados. Ha llamado a un par de amigas, no
le contestaron. Es libre, puede hacer lo que quiera. Se ha comprado una moto
nueva la cual hace bulla al pasar. Es una moto negra, una moto que lo hace ver
un chico malo, el chico malo que quiere ser. Se ha ido al súper mercado, ha comprado
algunas cervezas en lata, las pone en el refrigerador pensando en tomarlas
heladas por la noche, lo más probable es que acompañado. Ha jugado play station
toda la tarde, no ha perdido ni un solo partido. Está cansado de dormir, pero
se siente más cansado despierto. “Por qué es tan cruel el amor” – dice una
canción de Arjona. La recuerda, se pregunta qué estará haciendo. Está echada en
su cama, con la televisión prendida mientras chatea en la laptop. Después de
mucho tiempo entra al Facebook y es ella quien busca conversar con otras
personas. La mayoría de sus contactos le pregunta por él, cuándo se casan. Ella
comenta que han terminado, que son cosas que pasan; que a pesar de que él es un
estúpido, no guarda rencor y le desea lo mejor. No es mala persona – alega.
Algunos chicos que antes la molestaban vuelven a la carga, nunca se dan por
vencidos. Empiezan a hacerle conversación, siempre lamentando el hecho de que
esté triste y dándole ánimos, recordándole que es una chica linda, que pronto
llegará el chico indicado para ella. Llenan de halagos la conversación y dejan
la puerta abierta para una salida de amigos si es que ella quiere conversar. Algunas
chicas también se han enterado que él está solo; la mayoría de ellas chismosean
entre sí y comentan que una infidelidad fue la causante de la distancia. Él se
ha comprado ropa nueva y se ha inscrito en el gimnasio para matar el tiempo.
Ahora es él quien organiza las pichangas e invita a todo el mundo a hacer una
parrillada en su casa. Ella se ha encontrado con las amigas que no ve hace
meses, se ponen al día con los chismes y por la premura del caso, planean una
salida nocturna para emborracharse como en los viejos tiempos. Él se ha bañado
dos veces, se ha jabonado muy bien sus partes íntimas porque sabe que algo va a
caer esta noche; se ha echado su mejor perfume. Ella ha sacado del baúl de la
soltería una minifalda negra que siente que ahora le queda muy apretada. – He
engorado un montón – se dice mirándose al espejo mientras llama a su tía para
que haga el comentario respectivo. Se ha acomodado el cabello mil veces, quiere
que le quede bien parado, que no se mueva. No quiere maquillarse mucho, la
minifalda la aprieta un poco. Siempre le gustó vestirse de negro, por eso ha
escogido la camisa de ese color, se siente un vampiro. Siente caminar en sancos
con los tacos nueve, el vértigo la preocupa. Ha llamado a todos, los quiere
confirmar, esta noche es noche de solteros. Todo el mundo la ha llamado, todos
dudan de que vaya a salir, no quieren
que se desanime. Él está preparado para todo. A ella le preocupa reventar su
minifalda. Él ha dejado la moto bien estacionada, quiere meterse una bomba esta
noche. Ella le dice a su mamá que llega temprano, le comenta que está algo
cansada. Él toma su taxi, prende un cigarro para parecer más interesante. A
ella lo recoge un auto deportivo, es el amigo de su amiga que se ha ofrecido.
Se encuentra con sus amigos, se dan un abrazo y deciden hacer unos previos. Se
encuentra con sus amigas, les da un beso mientras se baja un poquito la falda. Él
se sirve lleno, es lo que tanto había esperado. Ella decide pasarse un par de
rondas, no le gusta el pisco. Él esta picado, han demorado en decidir en entrar
a la discoteca, querían seguir tomando. Han entrado gratis, el vigilante de la
puerta conoce a una de ellas y las ha hecho entrar sin pagar. Se sienta en la
barra, mira a todos lados esperando encontrar una chica que le llame la
atención; es noche de casería. Ha rechazado a un par de chicos que han
intentado invitarle una cerveza, ella quiere conversar con sus amigas. Él esta
borracho, no sabe por qué no está tan contento. Ella ha sentido el impacto de
los tequilas, sus risas son un poco más elocuentes. Él baila con una chica que
le ha dicho que va un ratito al baño. Ella baila con sus amigas y no recordaba
que sabía mover tan bien la cintura. Ellos le dicen que la chica de rojo está
bien rica. Ellas le dicen que lo olvide, que todos son unos perros. Él se
acuerda de ella y se convence de que debe estar en su cama durmiendo. Ella no
se acuerda cuando fue la última vez que se rio tanto. Ha tomado valor, se
acercó a la chica de rojo y la invitó a bailar, ella lo mira de pies a cabeza. Ella
siente la mirada de un chico con una botella de cerveza en su mano. Él está
tomado, ya no tiene conciencia de la vergüenza y le insiste con una sonrisa que
da un poco de lástima. A ella el chico del polito apretado le ha convencido
para salir a la pista de baile, aparentemente es muy chistoso. Él, mientras
baila con la chica de rojo, piensa en llevársela a la cama. Ella mientras baila
con el chico de polito apretado, mira la hora para bailar todo lo que pueda
antes de irse. La chica de rojo le dice que ya es tarde, que tiene que
marcharse. El chico de polito apretado la invita a ir a otro lugar, donde haya
menos gente. Él le dice a la chica de rojo que no se preocupe, que bailen un
par de canciones más y que él la acompaña a su casa. Ella no es tonta, sabe que
el chico de polito apretado busca llegar a otra base pero no sabe si animarse.
La chica de rojo le ha dicho que se va con sus amigas, que su mamá la espera
despierta y tiene que regresar con ellas. El chico de polito apretado le ha
dicho que vaya a la casa de uno de sus amigos, que tienen un whisky para
seguirla. Él no le insiste, le pide el número mientras mira el escote que su
vestido rojo otorga. Ella no acepta, dice que está cansada y que puede ser para
otra oportunidad. La chica de rojo toma su saco y su cartera y se retira con
sus amigas, se han ido a otra discoteca. El chico de polo apretado no le ha
gustado la respuesta, apenas e insistió un poco más; se ha despedido con un
beso lo más cercano a la boca posible antes de mirar a la próxima chica que
sacará a bailar. Él está muy tomado, ya no quiere seguir bebiendo. Ella está
preocupada por la hora, acepta obligada un par de copas de tequila. Él sale
desorientado, no se ha despedido. Ella sale un poco mareada, se apoya en el
brazo de una de sus amigas que está peor que ella. Se encuentran en la puerta,
ella lo ve primero y se pone nerviosa. Él se voltea renegando porque el taxista
no le acepta la rebaja y encuentra su mirada, no esperaba encontrarla. A ella
le da pena que esté tan borracho. A él le da un poco de cólera que use esa
minifalda. No se saludan, ahora son un par de desconocidos. Ella sube al taxi
con sus amigas, quiere llamarlo pero se aguanta. Él sube solo al taxi,
consiguió la rebaja que buscaba. Ella quiere olvidarlo, no sale de su cabeza.
Él no entiende que pasa, recuerda a Arjona: “No te vayas amor que aunque duelas
no quiero dejarte.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario