miércoles, 22 de abril de 2009

Cantante frustrado

Bailamos como locos, como idos de la realidad. Bailamos aquellas cumbias populares que tanto detesto. Bailamos sin vergüenza a la vista de un grupo de señoras casadas que también bailaban despreocupadas de todo, quizá y sabiendo de que sus esposos nunca sabrán de aquella escapadita aquel día de semana. Chana, Julio y yo nos divertíamos como tontos. Chana es siempre la recatada: no fuma, no toma y no baila pegadito; pero a pesar de eso, exhibía sus mejores pasos, demostrando la flexibilidad de su cuerpo delgado y celestial. Julio con aquel ritmo tan sincronizado y coqueto, mostrando aquellos pasitos tan elocuentes y divertidos. Yo hacía lo que podía, como siempre; pero me divertía tanto o más que ellos. Luego de exponer aquellos movimientos incomprensibles y ya cansados de aquellos ritmos cumbiamberos, nos sentamos y esperamos ansiosos el bendito micrófono que nunca llegaba, pues Chana posee una voz harto respetable, Julio un entusiasmo bárbaro y yo, una conchudez olímpica. Chana cantó estupendo una canción de Gloria Trevi, lo hizo con una potencia asombrosa, con una energía típica de ella, con un esfuerzo notable puesto que aquella pantalla artera, no mostraba como se debe las letras de las canciones; hacia todo más complejo y difícil. Chana cantó lindo y ahora era mi turno. Siempre canto una canción de Gian Marco, ya que su voz no es tan exquisita. Yo no soy un maestro en el canto pero sé defenderme con bríos. Aquella noche no fue así y brinde, sinvergüenza, unos gallos atroces, unas desentonaciones peligrosas, un instinto asesino por malograr los temas del buen Gian Marco, que de haber estado presente, no sólo lloraba, sino que también, se ponía violento y arremetía contra mí. Julio no defraudó. Cantó dignamentey me dejó aun más en ridículo. Nos reimos, brindamos, hablamos de tonteras. Entendí que tengo la suerte de cruzarme con buenos muchachos como ellos. Todo salió bien a pesar de que no dejaron que catemos más, no pretendieron que nos quedemos, no se despidieron cuando salimos. Nunca más nos recibirán en aquel lugar a donde hemos prometido regresar disfrazados. Julito se fue cojeando debido a una mala pisada; Chana preocupada debido a las treinta y dos llamadas perdidas de su papá y a la altísima hora de llegada aquel martes de bulla y desorden. Yo, sin dolores físicos, sin nadie que me espere, regresé cantando desentonadísimo las canciones de Gian Marco, desafortunado y contento, atormentando al taxista que aceleraba como loco para dejarme rápido

No hay comentarios: