martes, 9 de abril de 2013

Fuiste tú


Está en su cuarto, escuchando canciones de Ricardo Arjona; le parece que no eran tan malas sus canciones. Mira el techo como esperando encontrar algo nuevo, algo que le va a sorprender en cualquier momento. Lee los libros que ha leído una par de veces antes, no se acuerda muy bien de lo que trataban, sabe que no retiene ni sus líquidos. Ha llamado a un par de amigos, todos ocupados. Ha llamado a un par de amigas, no le contestaron. Es libre, puede hacer lo que quiera. Se ha comprado una moto nueva la cual hace bulla al pasar. Es una moto negra, una moto que lo hace ver un chico malo, el chico malo que quiere ser. Se ha ido al súper mercado, ha comprado algunas cervezas en lata, las pone en el refrigerador pensando en tomarlas heladas por la noche, lo más probable es que acompañado. Ha jugado play station toda la tarde, no ha perdido ni un solo partido. Está cansado de dormir, pero se siente más cansado despierto. “Por qué es tan cruel el amor” – dice una canción de Arjona. La recuerda, se pregunta qué estará haciendo. Está echada en su cama, con la televisión prendida mientras chatea en la laptop. Después de mucho tiempo entra al Facebook y es ella quien busca conversar con otras personas. La mayoría de sus contactos le pregunta por él, cuándo se casan. Ella comenta que han terminado, que son cosas que pasan; que a pesar de que él es un estúpido, no guarda rencor y le desea lo mejor. No es mala persona – alega. Algunos chicos que antes la molestaban vuelven a la carga, nunca se dan por vencidos. Empiezan a hacerle conversación, siempre lamentando el hecho de que esté triste y dándole ánimos, recordándole que es una chica linda, que pronto llegará el chico indicado para ella. Llenan de halagos la conversación y dejan la puerta abierta para una salida de amigos si es que ella quiere conversar. Algunas chicas también se han enterado que él está solo; la mayoría de ellas chismosean entre sí y comentan que una infidelidad fue la causante de la distancia. Él se ha comprado ropa nueva y se ha inscrito en el gimnasio para matar el tiempo. Ahora es él quien organiza las pichangas e invita a todo el mundo a hacer una parrillada en su casa. Ella se ha encontrado con las amigas que no ve hace meses, se ponen al día con los chismes y por la premura del caso, planean una salida nocturna para emborracharse como en los viejos tiempos. Él se ha bañado dos veces, se ha jabonado muy bien sus partes íntimas porque sabe que algo va a caer esta noche; se ha echado su mejor perfume. Ella ha sacado del baúl de la soltería una minifalda negra que siente que ahora le queda muy apretada. – He engorado un montón – se dice mirándose al espejo mientras llama a su tía para que haga el comentario respectivo. Se ha acomodado el cabello mil veces, quiere que le quede bien parado, que no se mueva. No quiere maquillarse mucho, la minifalda la aprieta un poco. Siempre le gustó vestirse de negro, por eso ha escogido la camisa de ese color, se siente un vampiro. Siente caminar en sancos con los tacos nueve, el vértigo la preocupa. Ha llamado a todos, los quiere confirmar, esta noche es noche de solteros. Todo el mundo la ha llamado, todos dudan de que  vaya a salir, no quieren que se desanime. Él está preparado para todo. A ella le preocupa reventar su minifalda. Él ha dejado la moto bien estacionada, quiere meterse una bomba esta noche. Ella le dice a su mamá que llega temprano, le comenta que está algo cansada. Él toma su taxi, prende un cigarro para parecer más interesante. A ella lo recoge un auto deportivo, es el amigo de su amiga que se ha ofrecido. Se encuentra con sus amigos, se dan un abrazo y deciden hacer unos previos. Se encuentra con sus amigas, les da un beso mientras se baja un poquito la falda. Él se sirve lleno, es lo que tanto había esperado. Ella decide pasarse un par de rondas, no le gusta el pisco. Él esta picado, han demorado en decidir en entrar a la discoteca, querían seguir tomando. Han entrado gratis, el vigilante de la puerta conoce a una de ellas y las ha hecho entrar sin pagar. Se sienta en la barra, mira a todos lados esperando encontrar una chica que le llame la atención; es noche de casería. Ha rechazado a un par de chicos que han intentado invitarle una cerveza, ella quiere conversar con sus amigas. Él esta borracho, no sabe por qué no está tan contento. Ella ha sentido el impacto de los tequilas, sus risas son un poco más elocuentes. Él baila con una chica que le ha dicho que va un ratito al baño. Ella baila con sus amigas y no recordaba que sabía mover tan bien la cintura. Ellos le dicen que la chica de rojo está bien rica. Ellas le dicen que lo olvide, que todos son unos perros. Él se acuerda de ella y se convence de que debe estar en su cama durmiendo. Ella no se acuerda cuando fue la última vez que se rio tanto. Ha tomado valor, se acercó a la chica de rojo y la invitó a bailar, ella lo mira de pies a cabeza. Ella siente la mirada de un chico con una botella de cerveza en su mano. Él está tomado, ya no tiene conciencia de la vergüenza y le insiste con una sonrisa que da un poco de lástima. A ella el chico del polito apretado le ha convencido para salir a la pista de baile, aparentemente es muy chistoso. Él, mientras baila con la chica de rojo, piensa en llevársela a la cama. Ella mientras baila con el chico de polito apretado, mira la hora para bailar todo lo que pueda antes de irse. La chica de rojo le dice que ya es tarde, que tiene que marcharse. El chico de polito apretado la invita a ir a otro lugar, donde haya menos gente. Él le dice a la chica de rojo que no se preocupe, que bailen un par de canciones más y que él la acompaña a su casa. Ella no es tonta, sabe que el chico de polito apretado busca llegar a otra base pero no sabe si animarse. La chica de rojo le ha dicho que se va con sus amigas, que su mamá la espera despierta y tiene que regresar con ellas. El chico de polito apretado le ha dicho que vaya a la casa de uno de sus amigos, que tienen un whisky para seguirla. Él no le insiste, le pide el número mientras mira el escote que su vestido rojo otorga. Ella no acepta, dice que está cansada y que puede ser para otra oportunidad. La chica de rojo toma su saco y su cartera y se retira con sus amigas, se han ido a otra discoteca. El chico de polo apretado no le ha gustado la respuesta, apenas e insistió un poco más; se ha despedido con un beso lo más cercano a la boca posible antes de mirar a la próxima chica que sacará a bailar. Él está muy tomado, ya no quiere seguir bebiendo. Ella está preocupada por la hora, acepta obligada un par de copas de tequila. Él sale desorientado, no se ha despedido. Ella sale un poco mareada, se apoya en el brazo de una de sus amigas que está peor que ella. Se encuentran en la puerta, ella lo ve primero y se pone nerviosa. Él se voltea renegando porque el taxista no le acepta la rebaja y encuentra su mirada, no esperaba encontrarla. A ella le da pena que esté tan borracho. A él le da un poco de cólera que use esa minifalda. No se saludan, ahora son un par de desconocidos. Ella sube al taxi con sus amigas, quiere llamarlo pero se aguanta. Él sube solo al taxi, consiguió la rebaja que buscaba. Ella quiere olvidarlo, no sale de su cabeza. Él no entiende que pasa, recuerda a Arjona: “No te vayas amor que aunque duelas no quiero dejarte.”