miércoles, 28 de febrero de 2018

La narración de un hincha

Eras quizá, tan popular como el mismo fútbol, pero ni tú lo sabías. Y tu voz ya era la voz de la selección, sin que nadie lo proclamara. No recuerdo una pena compartida tan grande como ésta, que le duele hasta los que no saben nada de la pelotita y sus encantos.  Ese corazón inmenso con el que palpitabas cada partido, te falló a ti, y nos falló a nosotros. Convocado con exclusividad a un equipo santo, con partidos que no transmite ninguna cadena, sin repetición alguna que comentar. Somos tan de Peredo como tú de Farfán y quizá, no lo sabíamos. Y es que la noticia duele más que la propia eliminación por diferencia de goles, en la mejor versión de una selección que recuperó la fe. En un país de pocos buenos ejemplos, no sólo fuiste uno, sino que fuiste el mejor. Cada nota, cada enlace, cada recuento que te hace honores, es una patada a la canilla sin pelota. Veo tu foto, siempre con una sonrisa, y no puedo creer lo inmortal que te habías hecho, lo querido que te habíamos hecho, lo mucho que te echaríamos de menos si es que partieras a otras canchas. No me imagino un partido de Perú sin tu voz. Ya me dolía que el canal para que el que trabajabas no tenga los derechos para Rusia, y sentía que era una obligación patriótica que te prestaras a la causa de seguir acompañando a la selección a si fuera en otra casa televisiva. Créeme que tenía la seguridad de que iba a ser así y que ningún otro relator hubiera puesto objeciones, porque tu no transmitías partidos, transmitías emociones. El partido que nos llevó al repechaje lo vi desde otro país, donde no pude escuchar tu grito de gol, el: ¡La tocó!, ¡La tocó! que ahora repiten intentando minimizar el vacío de tu ausencia. Ese simple hecho de no saberte en la narración me hizo sentir de alguna manera incompleto, como un equipo con diez jugadores. Como cualquier amante de fútbol no se imagina un mundial sin Messi, un peruano no se imaginaba un mundial sin ti. Creo que más de uno escuchó la narración futurista, esa que no será,  donde con la emoción acostumbrada comentas que tuvieron que pasar muchos años para darte el gusto, para darnos el gusto de gritar un gol peruano en el mundial. Lanzando para el recuerdo una frase con el regreso de Paolo (que seguro ya tenías pensada), para invocar a la Mamacita de Jefferson, para pedirnos que paremos las orejas, para abrazarnos los más de treinta millones de peruanos a través de tu relato, a través de tu  voz, a través del tiempo. Con tu empuje, con tu corazón, con tu pundonor Daniel.
Vi a la casa de la selección colmarse por una sola causa, ya la única no es la de la selección. Escuché a colegas lamentar que se vaya el número uno, a niños imitarte. Tu trascendencia te dignifica, te vuelve una gloria del deporte peruano sin haberlo jugado, te convierte en leyenda. Estamos seguros que un gol más va haber, y donde estés, desde tu cabina en el infinito, estarás gritando ¡Gol Peruano!
Hasta siempre Daniel Peredo…