martes, 10 de enero de 2012

2012

Moriremos, es inevitable y lo único que debemos saber; que se acerca el fin de nuestros días y que se acabará todo tipo de alegrías y tristezas. Y es que esa es la premisa que anuncia al 2012, que moriremos. La idea no me escandaliza, igual podemos morir cualquier año, y entiendo que el treinta y uno de diciembre de todos los años no sólo nos alborotamos por recibir un nuevo año, sino que también celebramos el hecho de haber sobrevivido un año más, el hecho de haberle ganado la partida un año más a la muerte. Si nuestros amigos los Mayas tuvieran la razón, y estos días fueran los últimos por vivir, no sería tan triste la idea y hay varios motivos para celebrar un posible fin del mundo. En primer lugar todos moriremos algún día, y la mayoría morirá sin saber la fecha, hora ni lugar; con este fin del mundo, no moriremos solos, moriremos todos juntos y si fuera verdad, sabemos que no nos queda mucho y tenemos la chance de planificar nuestros últimos días de vida, privilegio que no tienen otros muchos pecadores. Segundo: estos son días de caos y estrés entre los habitantes del planeta, hay mucha pugna por el poder, mucha confusión, mucha falta de amor y de identidad, porque la mayoría de la gente (y hablo específicamente por mí), no saben qué hacer, a dónde ir y muchos otros (sigo incluyéndome), no saben ni quiénes son; por tanto, este fin inevitable y absoluto, terminará con la incertidumbre de la gente confundida y desamorada y permitirá el descanso eterno a este tipo de interrogantes y a las molestias diarias que significan seguir viviendo. En mi caso en particular, me aliviará el hecho de no tener que ser mejor persona, de levantarme temprano, de pagar las miles de deudas financieramente que tengo (y sin cobrar ningún tipo de seguro de desgravamen porque tampoco será necesario) y por sobre todo, las deudas afectivas que todavía tengo pendientes y creo, donde los intereses son más altos. Tercero: a los que temen que será de su futuro o incluso el de sus hijos, les dará tranquilidad saber que no tendrán que preocuparse. A los que están cansados de ver tanta violencia, a los que reniegan de la vida, a los que les apesta el mundo, a los que creen que todo es injusticia y desigualdad, a los que celan el éxito del prójimo; a todos ellos les aliviará la idea de que encontraremos el mismo final e incluso con fecha y hora compartida (no hay nada más democrático que la muerte). Por otro lado, los optimistas de la vida, los que han hecho con responsabilidad un plan de vida e incluso se han preocupado por cumplir a cabalidad este cronograma vital, creo que también les aliviará saber que cumplirán al 100% lo trazado hasta donde les tocó avanzar; y si quieren morir satisfechos, pueden reestructurar esta hoja de ruta y hacer resumidas cuentas para los días que quedan, de esta manera cumplirán a cabalidad lo planeado y morirán con cierta satisfacción; pero igual morirán, lástima; aunque quizá eso no esté en sus planes. Siempre he despertado con la sensación de que esta sería la última mañana, los últimos pasos, que sería el último día; y a pesar de mi desgano y flojera, puedo asegurar que he vivido con cierta intensidad y que he disfrutado de estos años en los que he sabido llorar y reí; por tanto, ahora podemos llevar a la práctica el dicho popular que nos invita a vivir los días como si fueran los últimos que nos quedan. Este año (el último) intentaré reparar los errores cometidos, perdonar si hay que perdonar y pedir perdón si fuera el caso. Para los días que nos quedan, intentaré vivir con un poquito más de descaro y por ende con más alegría. Intentaré respirar todo lo que pueda, no dejar ningún pendiente, y sobre todo, y ahora con más razón que antes, intentaré sobrevivir hasta el diciembre próximo en que todo volverá a ser oscuridad. Sería una vergüenza terrible morir antes del fin de los días sabiendo que no falta mucho para esto, sería en verdad bochornoso no disfrutar de aquel espectáculo tremebundo, ser la última generación de la humanidad en dejar rastro. Si fuera verdad esto del fin del mundo, en cierta forma seríamos unos privilegiados y no pretendo perderme tal honor. Entonces, que esta fatídica premonición nos sirva para valorar lo poco que nos queda, para disfrutar sin complejos lo restante, para vivir aunque sea este par de meses a intensidad. La vida siempre fue y será una, habrá que disfrutarla. Ahora lo que en verdad nos debería preocupar, es saber que no se acabará el mundo este diciembre venidero, que se repetirá la secuencia cronológica de toda la vida, el terrible trajín cotidiano, la monotonía exigente de seguir viviendo; eso si me da escalofríos y produce en mí un temor considerable y una preocupación que podría llevarme al suicidio.

1 comentario:

Macarena dijo...

Estos son los blog que me gustan y realmente valen la pena leer.
Felicitaciones !