miércoles, 4 de julio de 2012

La Ciudad del Recuerdo

Regresar a Tacna es volver al pasado. Me convencí aquella mañana y por la noche regresé en el tiempo a la ciudad que me envuelve en melancolía. Fueron un par de horas en el túnel del tiempo las que me llevaron a una ciudad a la que siempre dudo en regresar y de la que nunca me quiero ir. Hay calles que reproducen escenas de años pasados, donde yo era parte de una película inspirada en la buena costumbre de sonreír sin preocuparme. Hay aromas que todavía se encuentran flotando en el aire y despiertan la curiosa sensación de algo conocido. Hay voces, palabras que rozan el ayer con simpatía. Llegar a casa es ser recibido por una familia que con el tiempo ha sabido darme amor. La casa está igualita, al parecer sus miembros también. Son años los que han pasado desde que decidí partir, pero parece todo intacto. Los personajes son los mismos (gracias a Dios están completos), la sazón sigue teniendo ese secretito culinario que hace que todo sea delicioso (cariño), la perrita sigue gorda, dueña y ama de la casa. Por el día duermo, por las noches desaparezco. No soy el mejor integrante de esa familia pero quizá si uno de los más orgullos de pertenecer a ella. Mis amigos, aquellos pocos individuos que siempre estuvieron conmigo, siguen ahí. Algunos más gordos, con menos cabello, algo acabados; pero con el mismo sentido del humor que supo acompañar nuestra adolescencia cuando las cosas eran algo diferentes. Caminar por la ciudad del recuerdo es encontrar a alguien en cada esquina, mirar de reojo y dudar por que crees conocerlo pero no estás seguro. Es respirar el aire que alguna vez ya visitó tus pulmones. El mismo lugar (ahora convertido en hostal porque estaba perdiendo dinero por servicios prestados), la casa de un buen amigo, nos acoge en la misma ventana, mirando las calles que visité con frecuencia. Las tertulias, copia de aquellas que disfrutamos hace tiempo y parecen ser las mismas. Las calles siguen transitables, fáciles de recorrer. Siempre me pareció reconfortante saber que todavía se puede caminar para llegar a destino. Encontrarse con compañeros de promoción que ahora tientan la posibilidad de ser alguien. Pararme en aquella vieja esquina del Paseo Cívico donde esperé mil veces a que pase el tiempo entre risas y comentarios antes de ir a una fiesta. No somos los de ayer, pero parecemos. La ciudad del recuerdo atesora todavía los mejores años de mi vida, los amores más profundos, las sonrisas más sinceras. He dejado pasar el tiempo y he creído olvidar los pasos que di por esta ciudad, ahora que regreso veo las huellas frescas y entiendo que esta es mi tierra, de la que me enamoré un día y hoy extraño melancólico. Hay cosas que no supe ver en su debido momento y hoy no sólo las revelo, también me sorprenden. En poco días recorrí muchos lugares por donde no anduve hace años, en estos pocos días regrese años atrás y congelé el tiempo. En estos pocos días suspiré enamorado de lo que un día supe amar. Vi gente que estimo mucho, que no veía hace  tiempo y que no quiero dejar de ver. Recibí el cariño que sólo se recibe en casa. Desempolvé el cajón donde guardo momentos que me hicieron lo que soy sin temor a decepcionar. Regresar a la ciudad donde aprendí a querer es tan inevitable como respirar. Regresar a la ciudad donde conocí el amor es tan necesario como el mismo amor que hoy disfruto. Grité goles en las calles, en las canchas, en los estadios. Compartí besos en mi casa, en las “doscientas”, en las fiestas. Compartí una travesura en el colegio, en las reuniones, en el centro. Recorrí día  a día lo que hoy llamo recuerdo. Debo de admitir que regresar del todo no está en mis planes; que he empezado a conquistar otros lugares que no guardan el mismo aroma pero que permiten respirar otros aires. No he pensado todavía en volver, pero creo que se dará en algún momento. Camino al sur puedo volver en el tiempo y respirar el aire que ya me acompañó una vez. Camino al sur he de refrescar la memoria y apretar play en mi cabeza para ver imágenes que guardo con cariño. Camino al sur encuentro estrechas calles que me llevan al lugar de donde quizá nunca me fui. Camino al sur están los seres que me enseñaron a querer y que ahora, después de mucho caminar, valoro con cariño. Camino al sur está mi vida, y veo huellas que no desaparecerán. Camino al sur está la Ciudad del Recuerdo, la ciudad que no sabré olvidar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito Fer