jueves, 16 de agosto de 2007

Cuéntame qué hice

La desesperación de los quince años incita (de manera vertiginosa muchas veces) a querer experimentar situaciones que aun no corresponden. El alcohol y los romances furtivos son tentaciones no menores para jóvenes suspicaces y aventureros. En mi caso, por la torpeza ejercida y el tímido respeto a las buenas costumbres, decidí postergar experiencias para años venideros. Mi madre siempre me dijo que si adelantaba hechos, después me aburriría, buscaría nuevas cosas que sacien mi curiosidad (muy sabia ella). Hoy, a los veinte años, estoy más curioso que nunca, con algunas dudas ya saciadas y otras aún pendientes Este último fin de semana y debido a mi pobre cultura alcohólica, he brindado, de manera imprudente, un espectáculo beduino, bochornoso; del cual aún no termino de enterarme. Lamentablemente llevo un putito algo tristón, que toma fuerza y goza de extroversión cuando es vigorizado por líquidos elementos efervescentes; aquellos que lo inducen a comportarse poco temeroso, poco tímido y discreto. Si alguna vez alguna idea aventurera cruzó por mi mente con cierta vergüenza y pudor, en estado alcohólico el consumo con gallardía sobresaliente. Por el contrario, tardo mucho tiempo en asimilar la hazaña, debido a la amnesia inoportuna que acompaña los estragos post la aventura. Hay mamá, no tomaste previsión en ese sentido, me postergaste de vicios prematuros, pero también me condenaste a insuficiencias para asimilar los efectos del alcohol. Soy lo que popularmente se conoce como “pollo” (y no es por alusiones físicas personales… ¿o si?) y brindo uno que otro espectáculo pintoresco a amigos íntimos, y bochornoso a amigas, que deseo también, sean íntimas. Gracias a la suerte que me acompaña, cuento con amigos resistentes a los brebajes estimulantes, amigos fieles y adiestrados en el arte del beber, amigos que por sobre todas las cosas saben donde dejarme cuando me pongo mal, amigos que conocen la opinión de mi madre con respecto a libar. Con el alcohol como guía mediático en mis actos, colmo expectativas juergueras, bohemias y también masculinas. Me someto a su voluntad esperando que alguien, posteriormente, se someta a la mía (antes de entrar al éxtasis total del alcoholismo). Compruebo que hay señoritas que comparten ciertas teorías o por lo menos son “pollas” igual que yo. Y por último, renuevo la confianza en aquellos que no dudan en proteger mi integridad física, la moral seguramente ya fue ultrajada y minimizada sin mayor oposición. Lo que llama mi atención particularmente, es el derroche de dinero por diversión. No interesa si estamos en extrema pobreza o algún tipo de recesión-, el dinero si no aparece se crea, y así como viene se va. Así suba al taxi con dinero, en el camino se disuelve inexplicablemente, eso dicen los amigos encargados de protegerme. Al día siguiente del incidente festivo, sugiero acudir al Internet para comunicarme con víctimas, victimarios y público en general que pueda facilitarme algún tipo de información sobre lo sucedido, sobre mis actos. No me gustaría cruzarme con alguien y desconocer lo que dije o hice; si fuera hombre sería vergonzoso y no me perdonaría tal descuido, si fuera una señorita… prefiero desconocerlo. Recuerdo vanos asaltan mi cabeza: risas, aplausos, bailes, una que otra frase, besos furtivos, malos ratos en el baño y por último, el desvanecer en mi cama, con las mismas prendas, con la alegría mezclada con el cansancio y el olor a cigarro, abrumándome los sentidos. Alcanzo a dar las gracias a Dios, casi por inercia, por llegar no tan sano y salvo a casa. Empiezo a limpiar mis recuerdos, me sonrío por lo sucedido sin acordarme bien ya, lo que he hecho. Lentamente, sin apuro ni reproches, el sueño alivia el mareo y me quedo sumido en el sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Leonardo:
Iré directo al grano, porque es tarde y no pienso perder el tiempo para decirte lo que tengo que decirte: aproximadamente hace 3 horas de una manera inesperada ME ENAMORE DE TI. No busque ni me intereso tu blog por convicción propia, tengo que reconocer que encontré tu rincón de literatura mientras visitaba enfermizamente el muro del face del hombre al que por razones inexplicables amo hace más de tres años, sin que él deje de verme como un pata más (dicho de paso soy mujercita), pero bueno esa es otra historia que algún día si nos vemos las caras y caminamos bajo la lluvia, ya te contaré.
Te he visto y te conozco del banco porque eres amigo de algunos amigos, hemos conversado brevemente sin recordar algún click inmediato que haya surgido entre los, básicamente te he hablado porque era inevitable romper un silencio incomodo que odio en cualquier situación, conversación a la cual tu tampoco pusiste mucho de tu parte, por lo tanto nunca me llamaste la atención y era obvio que yo tampoco la tuya. Sin embargo, no se como debajo de ese pecho de gato y esas orejeas parabólicas que he visto unas pocas veces puede existir alguien que escribe lo que acabo de leer, te seré sincera, no los leí todos porque había algunos que estaban de mas y que ya habrá tiempo de leerlos mañana (mi mañana se debe entender como un lapso de 10 meses más o menos), pero los que leí me atrajeron de principio a fin, me arrepiento mucho de no haberte conocido, veía las fechas en las que escribías y me transportaba a que estaba yo haciendo en esas épocas, y deseé no sé porque haber estado juntos, deseé ser Mónica, tu novia Polly, Camilita, Nacha y deseé mucho más ser Cecilia, no porque le hubieras propuesto matrimonio sino porque es gerente y esa edad yo quiero estar como la describiste. Y deseé envidiablemente también ser Emma, porque sentí que la llegaste a querer mucho, no me atrevo a decir que la amaste, porque ese verbo está muy manoseado y la verdad me habrá gustado mucho lo que leí, pero tampoco es para aventurarme y atribuirte un verbo que el que no se si serás capaz de sentir.
Vi en tus escritos una evolución linda de mocoso sin experiencia gracioso a hombre inmaduro un tanto zorrón, que se dice no tener manías de don juan y de desconocer como robar un beso, pero que sin embargo parece que se ha embarcado a muchas jóvenes un tanto ilusas por creer que lo que paso contigo era para siempre.
Me encanta que hables en diminutivo: carita, penita, cabellito, jajajajaja que manía de nena que tienes para hablar así. Hablando de nenas que lindo el artículo de la nena de Nacha, yo me he sentido así, y reconozco que soy una nena con todos los hombrecillos con los que he salido y es una sensación linda.
(por razones de tamaño, sigue en el otro comentario)

Anónimo dijo...

(aquí va la segunda parte del comentario anterior)

¡Me hiciste la noche Fernando!, sé que habrás escuchado eso algunas veces, pero no creas todo lo que te dicen las mujeres, somos un tantito exageradas en algunos campos del amor y sobrevaluamos al que tenemos a lado. Pero en serio, me hiciste la noche, estaba perdida y triste, triste por un idiota que no contesta las llamadas cuando una lo llama, y por quererme hacer la interesante hoy fui yo la que no quise contestar sus llamadas, termine extrañándolo todo el día y quedando como estúpida al final de la noche, para que con la cola entre las piernas lo llamase y preguntase como estaba. Pero que poca voluntad de hacerme desear tengo, es que simplemente no puedo, no puedo, he tratado con la voluntad de un drogadicto rehabilitado a no volver a quererlo, pero no puedo, simplemente es una capacidad que no tengo, mi cuerpo puede estar dispuesto a separarme de él, dejarlo de ver, hablarle, pero mi almita no puede, este corazón de pollo simplemente no puede.
Me hiciste reír mucho con todo lo que leí, pareces una gran personita, zorrón como ya dije pero un zorrón muy agradable, prometo ponerme bonita y hablarte con mas interés la próxima vez que te vea. Cuídate mucho Fernando, y quisiera como pedido especial que respondas a mi comentario para tener algo que pensar lo que queda de la semana. Gracias por haber leído todo hasta el final, y gracias por esta noche en la que me enamore de alguien tan rápido como nunca lo hubiera imaginado, un abrazo y beso enormes.