domingo, 5 de agosto de 2007

Ellas dicen que soy un PUTITO...

El hecho de que me consideren un Putito es un honor para mí. Aquel tipo torpe, tonto, poco interesante (como suelo ser) se convertía literalmente en un pendejito con gracia. Todo esto en alusión al perrito de La Flaca, que era capaz de moverle la cola a cualquier ladrón furtivo que pudiera ingresar a casa de su dueña, y sin pensarlo dos veces, acompañarlo como cómplice del delito. Sin acotar algún comentario malintencionado, La Muñeca acompañaba lo dicho tan sólo con una sonrisa pícara y al mismo tiempo asertiva, corroborando de una manera dulce aquel adjetivo calificativo con el que me bautizaban. Aquella noche era sin duda, la noche de los apodos y apelativos; puesto que antes de calificarme como Putito (con mucho cariño), me hablaban de su jefa (que desde hace una semana atrás se había convertido en mi ex jefa) como la más perra de las perras. Este altísimo honor se lo había ganado, sin duda alguna, por el maltrato y abusos que brindaba a sus nobles trabajadores, y también, por la manera tan escandalosa de mover el rabo, regalando aquella sonrisita sospechosa y tratando de este modo, coquetear a cualquier hombre que goce de un poquito de gracia, y claro, tenga una billetera auspiciosa y generosa; como si éste fuera el amo y ella (como dicen mis ex compañeras y ahora amigas) La Perra. La Muñeca cumplía un mes más con su galán, con aquel baterista (desconocido para mí), que nunca dejaba ver su rostro cuando iba a recogerla en aquella ostentosa camioneta; aquel baterista que sumido en su profesión se encontraba lejos de ella en algún concierto importante haciendo gala de su arte. La Flaca por su lado, cotejaba un par de opciones para aquel fin de semana tan poco prometedor para mi persona. Mientras me deleitaba con los comentarios y ocurrencias tan graciosas e hilarantes que ellas disparaban sin reparo sobre su jefecita (a la cual le debió arder la oreja toda la noche), recibí una llamada de la última integrante que faltaba para concretar la aventura próxima de esa noche. La popular Perita se afiliaba al grupo, con aquella figura extremadamente lasciva, proporcionaba una dosis extra de adrenalina y la posibilidad de graduarme de “amante” o Putito como ya me habían bautizado. La invitación imprevista de La Flaca al cumpleaños de una “amiga”, repercutió en el interés de mi Muñequita y la Perita, quienes aceptaron gustosas. Yo pasé de ser un aburrido opositor a materia completamente dispuesta. Antes de asistir a la reunión era necesario engreír al estómago, degustar alguna merienda que garantice la fortaleza para las horas venideras. La Flaca nos llevo a comer unos anticuchitos de alpaca. Era realmente gracioso ver a la Muñequita sentadita, aún en traje de oficina y bajo ese look tan original y exótico, en aquella banquita, en aquella esquina, expuesta a aquel ambiente tan opuesto al acostumbrado. Linda ella, complaciente y cómplice del momento, sobrevivió al imprevisto, mientras que La Flaca y La Perita devoraban como fieras sus respectivos platos, ya acostumbradas y hechas caseritas del consumo de la pobre alpaca (que fácilmente pudo haber sido perro). La Perita desde que se unió al grupo apeló por el papel de hacerse la interesante, para lograr algún objetivo poco cándido que tenía en mente referido a mi persona. Llegar a aquella fiesta significó para mí, aterrizar en un planeta desconocido personalmente. Al ingresar me asaltó la duda sobre si nosotros (La Flaca, La Perita, Mi Muñequita y yo) éramos los normales o los diferentes; puesto que éramos los únicos heterosexuales. Salude a todo el mundo con respeto aunque también con mucha admiración. Había mujeres muchísimo más masculinas y varoniles que yo, y un tipo al que no sabía si darle la mano o brindarle un beso cálido en la mejilla para presentarme. Con mi figura delgada y con mi nuevo corte de cabello (al que todavía no me acostumbro) fácilmente podía ser confundido como colega de aquel tipo de anaranjado, aquel que me causó dudas al momento de saludar. Como en toda reunión concurrida, el alcohol se hizo presente y facilitó la comunión de los asistentes, quienes ya envueltos en el éxtasis de la noche, no dudaron en mostrar sus mejores pasos en la improvisada pista de baile. El acoso de La Perita no se hizo esperar, de una manera acelerada y vertiginosa dio rienda suelta a sus encantos (que no eran pocos) para inquietar mi tranquilidad, mi sosiego, y también mi morbo. Hizo de todo un poco, pero para mí, aquella noche extravagante no tenía otro foco de atención que no fuera mi Muñequita (digo mí por puro capricho, porque sólo yo puedo llamarla así, o por lo menos decirlo con ese cariñito especial) Ella es la amalgama perfecta entre dulzura, ternura, y rebeldía sin causa, locura elegante y cautivadora. Aquella mirada tan inexplicable, inefable, tan coqueta, tan peligrosamente inofensiva. El verla conversar, reír, caminar, tomar y bailar era un verdadero gustito, me inspiraba ser un tipo bonachón y querendón. Ella tan pequeña, tan linda (lindísima) tan dulce, me causaba una ternura enardecida, afiebrada. Sus comentarios tan perspicaces, acomedidos; como aquel que me hizo cuando vio a La Perita –Tiene bonito cuerpo, “la ley del pescado nomás”- y yo, muriéndome de la risa. La verdad nunca pensé salir con ella (por lo menos no pensé estar ahí), y ahora me sentía el hombre mas feliz de la fiesta (aunque también era el “único”) Todo estaba bien hasta que me sacó a bailar con ella, la poca habilidad que podía tener en el baile se perdió en mi nerviosismo. No atinaba ni un solo paso y era aún más torpe. Las manos me sudaban y me sentía aquel niño de doce años que tímido (o mejor dicho intimidado); no sabía que decir o hacer. Ella lindísima como siempre me dijo: bailas como mi papá. (espero que tu papi no baile tan mal) En la brevedad del baile, ella me nalgueo más veces de las que lo hizo mi madre, y yo, encantado, feliz de la vida hecho ya un putito. Ella ya inducida por el alcohol disfrutaba más que nadie de la tertulia. Aquella noche me hizo un juramento que prometo hacer respetar. Me juró que en la próxima vida, se casaría conmigo (una tentación al suicidio). No pretendo morir pronto, pero esperaré ansioso la próxima vida. Si no fuera por la presencia de La Perita, que me hostigo toda la noche, hubiera podido disfrutar con tranquilidad la compañía de La Muñequita, hasta me hubiera dado tiempo para reivindicarme con alguna otra pieza de baile. Lastima que lo de putito se me salió y termine mojando mis labios en los de La Perita, peor aún, La Muñequita fue el único testigo de aquel hecho tan escandaloso. Aquella noche, en medio de aquella fiesta gay, sumergido en el bullicio, adormecido por el alcohol (de una manera muy leve) viví momentos de romance (y no con el tipo de anaranjado que confesó que quería que yo le fuese prestado), momentos de profundo e inevitable encantamiento; por aquella Muñequita traviesa, rebelde, tierna. Aquella que no se cansa en afirmar que su jefa es una perra y que en sus tiempos fue brava. Aquella que me confesó que desea tener un hijo. Aquella que me dio el gustito en aquel juramento. Aquella que me nalgueo con destreza. Aquella que lamentablemente me vio en medio de mis pendejadas. Aquella que se ha ganado mi respeto y un cariñito sincero y muy especial. Por ahora no más noches gay (gente linda por cierto), no más alcohol barato ni romances imaginarios. Salimos de la fiesta juntos y dejamos a La Flaca primero, aquella que se bailó rico toda la noche. A La Muñequita que regenero al tipo de anaranjado con su encantadora presencia y me brindó momentos dulces (aunque no lo sepa). Y por último a La Perita que se cree la más rica del huerto. Llegué cansado a mi cama con la tonta idea de relatar esta maravillosa noche. Y cerré los ojitos, con una sonrisa pícara (como la de La Muñeca) dibujada en el rostro y la certeza de que era un PUTITO…

1 comentario:

Chico_Bohemio dijo...

la historia mas sordida q pude leer, la historia algo comida q se puede obtener, pero ahi t falto algo mi kerido dosantos
esas historias q cuentas no deberian tener final, asm si continuacion, tu sabes kien soy asi q aunke mi historias no sean tan interesantes como las tuyas si deseas t las dare a conocer