lunes, 3 de marzo de 2008

El Chico Travieso

El chico travieso se sube a las combis y se sienta atrás, bien al rincón, para que ninguna viejita le quite el sitio o tenga que brindárselo con un desprendimiento hipócrita. EL chico travieso mira el escote de las señoritas cuando suben al bus, cuando bajan, cuando respiran; los mira de reojo. EL chico travieso se inquieta con las chicas que ve pasar, las analiza, las pesa y mide con la mirada; observa la forma del derriere, de las piernas; imagina muchas cosas. El chico travieso habla de sexo con su prima, escucha atento sus experiencias, es muy curioso y hace preguntas indiscretas; lanza indirectas, también cuenta sus travesuras que no son pocas, que no son muchas, que son descaradas y graciosas. El chico travieso busca una chica traviesa, una más traviesa que él con quien pueda jugar. No pretende portarse bien, queriendo ser más valiente y así poder ser más travieso de lo que es. El chico travieso se imagina muchas cosas, se encanta y desencanta en un momento. El chico travieso busca conocer nuevas amigas, amigas engreidoras y bonitas; no quiere tener amigos, con los dos que tiene le basta, quiere once conocidos a la semana con quien jugar un partidito de fútbol y nada más (y que a dos de ellos les guste tapar) El chico travieso le pega a la gata de sus primo, la empuja, la molesta cuando ella duerme. El chico travieso dice lo que piensa y pasa de sincero a imprudente, no se arrepiente, sólo se avergüenza un poquito. El chico travieso lava su ropa rápido, sin ningún tipo de ponderación, sin cuidado alguno; su ropa queda almidonada, endurecida después de recogerla del cordel. El niño travieso se rasca las entrepiernas producto de una comezón inquietante, cerril, debido a que no enjuaga bien su ropa interior. El chico travieso espera que regrese su prima, seguir conversando y demostrar que no es el hombre procaz que parece ser. EL chico travieso va a su academia esperando tener una aventura, conocer una aventurera y aventurar. EL chico travieso se preocupa por la abstinencia, cree que no es necesaria cuando es versada mutuamente, en un acto de complicidad. El chico travieso sigue preocupado por la abstinencia, porque no encuentra a la cómplice oportuna. EL chico travieso quiere leer mucho para ser un tipo culto y animarse a la postre a escribir también; agarra seguro el libro, empieza gallardo, se queda dormido. El chico travieso se ríe, se burla de todo, de todos, en especial de sí mimo, es tan patético. EL chico travieso no hace travesuras, no tiene valor para insinuarse a la chica que se sienta al lado de él en la combi, atrás de él en el instituto, a la que escucha tiernamente y observa con deseo. El chico travieso… no es tan travieso, sólo quiere serlo.

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