miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sofía

Sofía es una loca diferente. Todo el mundo anda medio orate, pero Sofía es un caso serio. Sofi y yo estuvimos dos años de enamorados (algo más de amantes), y pasamos gratos momentos. Ella me ve después de mucho tiempo. He regresado después de casi un año a mi ciudad natal - de la cual escape – y se sorprende al hallarme parado frente a ella. Yo, a pesar de tanto tiempo, la trato mal, como de costumbre (porque ella siempre me hizo sentir un villano), pero no se enoja, sabe como soy o por lo menos se lo imagina y me perdona. Me cuenta que sale con un chico raro, el cual no ha terminado la secundaria, no ha tramitado su documento de identidad a pesar de tener veinte años y que anda por la vida tan desorientado como ella (mis amigos me han comentado que es algo feo, luego aseguro que Sofi nunca tuvo buen gusto, por eso estuvo conmigo). Me alegro por ella porque siempre fue una chica sensible, una persona que necesitaba que alguien la quiera como parece la quiere aquel tipo feo y raro; me alegro porque él anda desorientado, no perdido como yo y eso ya es una avance plausible en las relaciones que Sofi, mí querida Sofi, tiene y tendrá. Me cuenta que lo quiere, que es gracioso, que han tenido relaciones con él y yo me río y comparto sus aventuras como si fueran mías, sintiéndome su cómplice. Luego me pregunta porqué nunca tuvimos buen sexo. Yo no sé que responder porque no sabía que nunca habíamos tenido buen sexo. – Supongo que es mi culpa – le digo. – De hecho - me responde sin dudar. Entonces yo la quiero más porque está loca. A Sofía siempre le sucedieron cosas raras: Inundó su hogar, he hizo de su departamento (en un cuarto piso) una catarata interminable una mañana de primavera, haciendo que corra desde mi casa con trapos y baldes para socorrerla. Permitió que mi primo (ginecólogo) le extrajera un condón advenedizo de entre sus piernas, de adentro suyo, escuchando el encargo que éste dejo a su enamorado sin saber que era yo: “Que use condones de su talla”. Sofía es mi chica mala y traviesa, que ahora quiere a un chico malo y travieso con el que hace maldades y sobre todo travesuras. Yo adoro a Sofi y espero que se divierta como sólo ella lo sabe hacer, que haga muchas travesuras y me las cuente con el desparpajo que es propio de ella; escucharla atento, sentir que me engaña y me lo confiesa, que la quiero y que la extraño aunque no pretenda nada con ella. Sofía ha engordado un poco y ahora es una gordita feliz que no soporta verse en el espejo, atisbar su trasero que ha engordado un poco más y sentirse descontenta con sus proporciones. Yo la veo y siento que ya no es la misma, porque antes se abalanzaba encima de mí, me llenaba de cariños, de beso y de celos ciertamente justificados. Yo me divierto con Sofía, pero ella se aburre conmigo, soy muy pusilánime, se me escapa la tortuga. Sofi de día dicta clases a niños de cinco años; por las noches se escapa, se divierte, toma algunas copas y parece ella la niña. Sofía, aunque ya no esté conmigo es mi chica mala, que cuenta sus historias divertidísimas; que cuenta sus aventuras con ese chico desorientado que tanto quiere a pesar de ser feíto; que cuenta, por sobre todas las cosas, con mi cariño sincero y mi aburrida compañía si así lo quiere. Sofía esta muy loca de la cabeza, un tanto del culo y completamente feliz por eso. Sofía y yo nunca tuvimos buen sexo y le pido disculpas por eso, debió ser mi culpa (de hecho). Sofía siempre anduvo de buen humor, y por eso perdonó mis desaciertos. Sofía nunca estuvo segura de mi cariño, siempre dudo de mí. Yo me permito confesarle que la quise muchísimo, más de lo que ella se imagina, pensé muchas cosa en futuro con ella que felizmente no se dieron (felizmente para ti Sofí, te salvaste). Mi gratitud eterna por mostrarme otro tipo de amor, otro tipo de cariño, por ser siempre linda conmigo.

No hay comentarios: