miércoles, 2 de diciembre de 2009

También los queremos

Vivimos en el mismo vecindario. Somos países hermanos pero aún no hermanados. Los chilenos son algo chismosos y es por eso que han contratado los servicios de un peruano de poca moral cívica, de un patriotismo ligero que tiene como bandera un dólar americano. Este pobre hombre recopila información de los aviones peruanos, que son de temer, pero para los pobres pilotos peruanos que los manejan, porque no saben en qué momento irán a dar contra suelo patrio, o quizá contra un suelo chileno; y si se diera el caso de esta guerra imaginaria que acompaña a los peruanos y chilenos perturbados, podría lastimar a alguien. Este peruano pillarejo amarra en la pata de un cóndor (también felón) información sobre los tanques peruanos que traen como factor sorpresa y por detrás, un batallón de soldaditos mal alimentados pero entrenados medianamente (los cuales empujan dicha máquina inservible) y están prestos para un ataque, para saltar como fieras encima del enemigo que seguro está mucho mejor alimentado y armado. El peruanito chismoso y amigo de un supuesto enemigo, mete en una botella un documento de contenido sospechoso y lo arroja al mar, con destino Santiago de Chile. Este documento lleva información sobre los buques y acorazados peruanos que más parecen submarinos, porque es seguro que terminarán en el fondo del mar. La buena Michelle Bachelet ha ordenado fisgonear al vecino no por las armas que podamos ocultar, no por una supuesta preparación bélica secreta, no por la futura guerra que se avecina con fecha indeterminada que podría caer un treinta de febrero. ¡No! la Sra. Presidenta lo que quiere es descubrir el secreto de nuestro mandatario, de nuestro líder político, quiere saber el truco invaluable para obtener ese par de tetas divinas que a todo el público femenino inquieta, y no menos a la lideresa chilena. – Eso no es normal - se preguntará. - No hay motivo para quedarse con esta inquietud malhechora ¡caray! Hay que contratar un cholo artero que me pase el dato y en la brevedad posible, lucir un juego nuevo de teteras que por casa no se verían nada mal – sigue pensando la honorable Presidenta. Entonces este pobre hombre empieza tan indigno trabajo y bueno… no lo hace tan bien para variar, y se crea este hermetismo eterno entre peruanos y chilenos. Para colmo de ironías, compartimos un océano denominado Pacífico, que de pacífico no tiene ni los veranos. Dejémonos de tonteras y que ambos presidentes compartan sus mejores secretos y hagan una dieta rigurosa exentas de antojos a favor de los pobladores de respectivos países, y si no creen en este pedido popular, hagan un referéndum relámpago para darse cuenta de este deseo unánime. Los peruanos nos sentimos ofendidos y temerosos de una posible invasión que se da de menos a más y por la vía comercial. Los chilenos se comen las uñas porque saben que podemos hacerles daño, podemos intentar raptar a Bielsa y traerlo como rehén, condicionado con una clasificación rojiblanca al mundial. Somos vecinos, somos compadres, compartimos si bien no una cultura, una historia, podemos compartir un buen pisco peruano, un rico suspiro a la limeña, un buen ceviche; y también por supuesto, sus comidas típicas que por ahí escondidas las deben tener. Que el Perú y Chile dejen de ser hermanos de leche y se hermanen de verdad, y que este océano que nos une como siameses, hagan honor a su nombre.

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