lunes, 18 de octubre de 2010

Poca vergüenza

La vez en que la chica más linda de la clase de matemática avanzada se me acercó, me habló, coqueteó, sonrió, pidió el ejercicio tres, me dio las gracias y después dijo que no me conocía. La vez en que me olvidé la poesía en medio auditorio frente a padres de familia, compañeros y profesores, en media actuación y todos me aplaudieron como lanzándome el salvavidas y me fui a llorar al baño de varones como niña. La vez en que me fallé un penal en un campeonato escolar importante y por suerte no perdimos. La vez en que me fallé un penal en el campeonato departamental y no pasamos al regional. La vez en que le leí una carta a Sofía preguntándole si se acordaba de la misiva amorosa y en la mitad del escrito decía Rebeca. La vez en que fui a comprar profilácticos a la farmacia y me atendió el papá de una enamorada. La vez en que le dije a un brabucón del colegio que no iba a pelear con él porque yo era gente y no iba a rebajarme a su nivel mientras me orinaba de miedo. La vez en que la chica por la que deliraba todos los días me dijo a solas que le sople su ojito porque tenía una basurita y le soplé el ojo media hora y se aburrió. La vez en que se me soltó el estomago en pleno viaje a la playa y solté el esfínter porque no aguantaba. La vez en que besé a la prima de un amigo porque estábamos bebidos y le dije si quería ser mi enamorada para que mi amigo no me pegue. La vez en que fui borracho a la vigilia de mi confirmación y regurgite como exorcizado en el baño de la iglesia. La vez en que se le quedó el condón adentro a una enamorada y el ginecólogo que la atendió era mi primo. La vez en que fui al súper a comprar champú y regresé con media tienda y reacondicionador. La vez en que la chica que vendía ropa interior y que me ofreció una trusa de elefante me aconsejó que le corte un poco la trompita. Las veces en que fui a quinceañeros con los ternos de mis primos o tíos que me quedaban enormes. Las veces en que salí a fiestas con cinco soles en mi bolsillo. La vez en que besé a una chica a la que le gustaba mucho y le dije otro nombre. La vez en que regurgité en el sillón de la sala de mi jefe. La vez en que me cambié el uniforme para que no lo rompieran el último día de clases y le ofrecí mi camisa a un amigo que andaba nudo por la plaza de armas y también se la rompieron. La vez en que dirigí la ceremonia de clausura en un desfile de la ciudad y me acerqué con micrófono inalámbrico a una autoridad y le cambié de nombre. La vez en que la mamá de una enamorada me agarró con las manos en los senos de su hija. La vez en que la hermana de otra enamorada me vio el culo blanco cuando su hermanita y yo jugábamos en la sala. La vez en que le recordé a mi amigo el día del padre en el velorio de su progenitor. La vez en que solté una flatulencia ruidosa en plena reunión familiar. La vez en que me olvidé las llaves de mi casa y entré por una ventana minúscula del baño. La vez en que le dije a la chica que me gusta “tú eres una pendeja”. La vez en que conté en mi blog que una amiga de mi enamorada tiene seis pezones. La vez en que le di un piquito a un buen amigo homosexual jugando a la botella borracha. La vez en que pagué treinta y tres mil soles y no tramité el cheque. La vez en que recogí una botella de pisco a la mitad en una discoteca pensando que la habían dejado olvidada y el tipo regresó y me quiso agredir. La vez en que grité un improperio en una exposición precisamente cuando todos se quedaron callados. La vez en que me mandé a una prima para que ninguno de mis amigos estuviera con ella y me dijo que no. La vez en que fui a cagar a la casa de un amigo y no había agua. La vez en que le metí el codo en el culo por casualidad a la chica de falda mientras sacaba mi billetera del bolsillo posterior para dar una limosna en plena misa. Las veces en que he cantado en un karaoke y no me volvieron a dar el micro. Las veces que no se me ha parado teniendo a una señorita desnuda listas para la batalla. La vez en que mi mamá planchando mi pantalón encontró un condón y se enteró que ya no era casto. La vez en que le compré una cartera a una amiga y la acompañé después a que la cambie. La vez en que le regalé a una amiga por su cumpleaños un desodorante sin querer. La vez en que fui a un grifo a inflar la pelota antes de una pichanga y reventé el balón. La vez en que manejé por primera vez un carro automático que estaba estacionado a tres metros de un poste y pisé el acelerador pensando que era el embriague (por suerte estaba con freno de manos). La vez en que se me rompió el short a la altura de las pelotas en la playa en pleno viaje frente a mis compañeras de trabajo. La vez en que borracho quería besar a la tía de una amigo frente al tonto de su marido. La vez en que cociné arroz chaufa por primera vez y le eché litros de sillao y lo botamos a la basura. La vez en que coquetee con una monja. Las veces en que hice llorar a mi mamá. Sólo me falta ser político.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusto mucho mi helmano!