miércoles, 17 de agosto de 2011

La marcas que quedan

La marca que tengo en mi espalda, a la altura de la cintura, marca de la cual desconozco su origen pero no es de tamaño inferior; seguro producto de alguna mala caída provocada por el fútbol. La marca que tengo en el labio inferior producto de una mordida de un animal pequeño y agresivo, el cual me mordió sin reparos y ahora me hace lucir una cicatriz en forma de uve que me acompañará toda la vida y me hará desconfiar de los pequineses. Las marcas de pelotas en la pared del patio de mi casa en Tacna donde me ponía a jugar solo pateando el balón una y mil veces contra la pared que ahora luce una decoración poco ortodoxa pero deportivamente elegante. La marca que tiene el “Loco” en la frente, un poquitito más arriba de la ceja derecha, producto de una vehemente salida mía para cortar un ataque aéreo que terminó en gol y también con un corte y sangre que no merecía menos de dos puntos y unas disculpas que gracias a los dioses del fútbol fueron aceptadas. La marca que dejé en los lugares donde estuve: algunas buenas, donde quedé como un chico humilde, educado y atento; otras no tanto, donde di la imagen de chico creído, parco y arrogante. Las marcas que dejan un encuentro fortuito: una noche en los juegos mecánicos donde ella creyó que yo era su guardaespaldas, una noche de tertulia y un beso robado por condescendencia a su prima que se besaba metros más allá, aquella vez que no me invitaron a un cumpleaños y la pasé mejor que mucho invitados y coquetee con la cumpleañera. Las marcas más profundas que dejan las despedidas: cuando la chica del los juegos mecánicos se fue para no ser nunca más la misma, la vez que le confesé a una enamorada que no me porté del todo bien y no me perdonó nunca (como debe de ser), la vez que me di contra la pared por querer de más y ser más apasionado que coherente. Mi primera experiencia sexual. Mis primero tres besos. Mi primera enamorada. Mi última enamorada. Las palabras de mamá. Las muestras de amistad de valor incalculable para entender que importante es tener un amigo. Las muestras de cariño que me hicieron sentir en momentos verdaderamente especial. Las zurras de mi madre. La decepción del fracaso. Las muertes que nos alejan de las personas que queremos. Las arrugas en mi piel. Los nacimientos de personas que en verdad dan un vuelco total de nuestras vidas. La marca que deja el dulce de los aplausos y las loas cuando eres bueno. La hiel saboreada cuando no te acuerdas una poesía en medio auditorio o el sin sabor al aceptar que no lograste lo propuesto. Los penales que fallé que nos ponían en instancias decisivas o que nos hacían de un campeonato más. Vivir solo. Mi padre. Ver tantos limosneros y presentir que ese será mi destino. Zinedine Zidane, Fito Paez, Jaime Bayly, Homero Simpson, Michael Jackson, Freddy Mercurie, mi madre. Una pelota de fútbol, una camiseta, un perfume, un lugar, una persona, una palabra. Marcas que dejan un beso, un abrazo, un te quiero. Huellas que quedan después de una separación sin despedidas, de un cruce de palabras con alto calibre de despecho, las acciones que nunca debieron ejecutarse. Hay marcas de guerra que quedarán en nuestra piel y quizá nunca se vayan y nos recuerden cada vez que las observemos alguna caída, gresca, mala decisión. Aquellas marcas que nunca pasarán desapercibidas y que serán parte de nuestra anatomía hasta que la muerte nos encuentre o hasta que encontremos una buena crema cicatrizante. Las marcas imborrables que dejan los momentos, momentos que probablemente nunca regresaran, para bien o para mal. Las huellas que marcan nuestras vidas producto de alguna palabra que resuena en nuestra cabeza, producto de una acción que recordamos de vez en cuando y repetimos una y otra vez como comercial de televisión. Las marcas que dejan los recuerdos imborrables y no hay cremita cicatrizante que las borre, sólo el tiempo se encarga de empolvarlas para revivirlas cuando la muerte se aproxime y pongamos en la balanza si tuvimos el buen gusto de saber vivir. Y nos iremos con miles de marcas, con huellas imborrables, y partiremos con cicatrices y recuerdos. La vida está llena de detalles que de una u otra forma nos hacen ser mejores o peores individuos. Las marcas que llevo conmigo, en la piel o no, son parte de una vida que de vez en cuando, me llevan a esos momentos que siempre recuerdo con nostalgia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sabía que había algo de Bayly en ti... x eso me gusta tanto tu blog (: