lunes, 5 de septiembre de 2011

Whisky con manzana

Me he degenerado, soy un hombre de vida procaz y de costumbres insanas. No respeto la autoridad y los principios que mami me inculcó son parte de un pasado borrascoso, ilegible, obnubilado por el humo de las discotecas, la bulla de los parlantes infernales y los gemidos insaciables de toda esa gente que como yo anda perdida en bares y discotecas. Soy víctima de los escarnios de una juventud agresiva que intenta convertir en aventura todos los días del calendario. No tengo que esperar un fin de semana para volverme un energúmeno y retozar a la luz de luna y hacerme el payaso o libar en el más astuto anonimato, en una esquina oscura de algún lugar donde caí por casualidad. He descubierto que duermo mejor (cuando duermo) borracho, he descubierto que el insomnio no es nada con unas copitas encima, he aprendido que no debo de tomar otra cosa que no sea whisky para amanecer con cierta tranquilidad. El whisky solo me mata, a las rocas no me gusta, eso debe de ser para machos; yo no me considero ni borracho ni macho, pero no puedo resistirme al toque venenoso y dulce que le da el juguito de manzana, el cual ameniza no sólo aquel vaso de licor que me sirvo, sino que también, azuza mis sentimientos de pajarito juguetón y payasín de circo trucho. Ensayo nuevos pasitos de baile que se hacen naturales al compás de las canciones que nunca pensé bailar y que ahora tarareo por las calles cuando sano camino. Si no sale el sol la fiesta no se acaba y si se acaba el whisky con manzana es preferible irme a dormir. Entonces para que nadie se duerma, agregamos a aquella combinación cojonuda, un toque de red bull; lo suficiente para mantenernos activos y dinámicos y no tanto para que nos de un ataque cardíaco, porque la verdad, nadie quiere perderse la fiesta. Estoy en el cielo, bailando con gente desconocida, siempre con mi chupete en la boca y atento a la codicia de todos por arrebatármelo. Entonces me da ganas de miccionar y debo bajar al infierno, donde la cosa es menos alegre. Es hora de salir de aquel local donde el cielo y el infierno son una buena escusa para tomar y es hora de comer, el sol va a salir. El mismo lugar, el mismo pedido. Caras largas, cuerpos destrozados, cuerpos desgastados. La vida loca está de moda y cansa ser incorregible y despiadadamente fiestero. Tomo más whiskycito con manzana que agua pura. Los días se han vuelto una fiesta y las horas ya no sirven para dormir. Entonces las semanas pasan exactamente igual, entre risas y brindis poco románticos. Mis días son odas a la felicidad pasajera y parezco un ser embrujado por el vicio de la diversión. Las mismas canciones, los mismos lugares, el delicioso whisky con manzana presente siempre con nosotros. Hay algo que ya no anda bien. Entonces recuerdo que soy un tipo solitario y que a pesar de mezclarme entre el vulgo popular, que a pesar de camuflarme entre risas y gemidos, que a pesar de parecer uno de ellos, del todo no lo soy. Cada vez que recuerdo aquellas cosas que nunca cambiarán, el whisky con manzana me confunde y me mantengo en aquel éxtasis misterioso. Ya no escribo con gracia artera, he dejado mi amor por el piano relegado, mis hábitos por la lectura se ha convertido en un recuerdo lleno de ignorancia. Pienso en internarme en un centro de alcohólicos anónimos pero creo que no es una buena idea porque si nadie los conoce pueden seguir chupando en el anonimato. Entonces pienso en aquella institución denominada “Remar”, pero me da flojera, remar me da flojera y me parece poco seguro tomar en un bote cualquiera. Buscaré ayuda en un centro religioso pero prefiero ser un borracho que mentiros e hipócrita. Entonces decido comprarme un libro para retomar viejas sanas costumbres, pero he comprado uno para hacer diversos cocteles y la cosa no ha mejorado. Entonces me interno en mi cuarto, sólo duermo, recupero todos los sueños atrasados que están pendientes desde que conocí el whisky con manzana. Mi cuarto será el cementerio de un borrachito sentimental que anda enamorado de la soledad, que coquetea con la muerte con descaro y que encuentra en una bebida ligera y venenosa, la fórmula perfecta para vengarse de su destino. ¡Salud!

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