lunes, 7 de julio de 2008

Una miradita al pasado

Sentía celos de tí, hasta cierto grado de encono. ¡Totó! Resonaba en mi cabecita confundida cuando yo no tomaba la sopa, cuando no hacía caso, cuando mi mami amenazaba irse contigo. Porque tú eras su preferido: el bueno, el modoso, el obediente. De la noche a la mañana desapareciste, una desaparición que sabe a victoria y que hasta hoy disfruto. Siento así, que fui yo el que te desapareció, el que acabo con tu existencia imaginaria, el que te eliminó para ser yo el preferido de mamá. Lo lamento Totó, yo si soy de verdad. Me echaba abundante goma en las manos, las cuales yo ventilaba con furia para que sequen de inmediato y así, poder despegarla. Mi madre lo hacía porque no encontraba mejor manera de mantenerme tranquilo, para que no halara sus aretes cuando los tenía puestos, para que no la haga correr tras mío con aquellos tacos que dificultaban su andar. Me echaba goma para que estuviera quieto. Yo feliz, engomado, deshacía veloz aquel ungüento pegajoso de mis manos para seguir haciendo de las mías. El flaco siempre estaba parado en la puerta de aquella peluquería endeble. Aquel corte escolar, ridículo, resaltaba de manera copiosa mis también copiosas orejas. Me saludaba cariñoso cuando yo pasaba por ahí; dejó de hacerlo cuando empecé a pasar con el cabello corto y sin haberlo visitado antes. Me orinaba en los pantalones por las noches hasta los doce años. Era el terror de los colchones. Una flojera que aún me aqueja era la artífice de tan vergonzoso recuerdo, flojera que ahora combato con bríos precisos. Alguna vez fui polifacético: baile, poesía, deporte. Ahora hago una variedad de estupideces que no tienen nada que ver con lo anterior. El fútbol siempre fue motivo de buenos comentarios hacia mi persona. Fui campeón un par de veces gracias a la buena puntería de mis compañeros, que no fallaban los penales como yo. Gracias muchachos, no pueden negar que lo hice interesante. Las chicas me hacían cariñito, lamentándose que sea tan menor. Me daban besitos prediciendo un futuro ganador con las mujeres. Seguro era la inocencia que reflejaba el motivo por el cual se acercaban a mí. Ya no tengo esa inocencia, nadie se me acerca. Chicas, se equivocaron, no soy un ganador.

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