lunes, 2 de agosto de 2010

Contigo, no me caso

Es normal que después de un buen tiempo compartido con alguna pareja (llámese enamorada), uno empiece a enloquecer, desvariar, distorsionar las cosas. La idea de compartir con ella más tiempo, mezclado con otras hierbas, te lleva a planear un futuro por demás desgraciado e infeliz. Está comprobado que el alto índice de divorcios se debe a la tonta idea de casarse. Esa metáfora innecesaria del amor inventada por los hombres, hoy convertido en fracaso, se llama matrimonio. Yo he hablado de amor y matrimonio con enamoradas que hoy me han olvidado mucho más de lo que yo a ellas. Me han jurado un amor puro y desinteresado que hoy es recuerdo. He prometido años de mi vida junto a ellas y planeado un futuro próspero y alentador, con hijos cuyos nombres ya estaban acordados, con un perro labrador corriendo por nuestro futuro jardín, en nuestra futura casa familiar. Cuán lejos he llegado en mi imaginación, y quizá, al final incluso de mis sueños y expectativas, el divorcio avecinaba con una sonrisa insidiosa. Por lo tanto, veo en el matrimonio, una muerte anunciada y poco misteriosa. El hecho de tener un hijo requiere una responsabilidad mucho mayor que no se soluciona con una boda de esperanzas y necesidades. Por tener un hijo no significa que te sacrifiques entregando la mitad de tu libertad a una desconocida que puede aprovecharse de este recurso. Dichosos los que creen en el amor y en el matrimonio como puerto de llegada. Pues yo si creo en el amor y aunque desconfío a morir del matrimonio, no dudo que por amor, y como muestra máxima de este sentimiento traicionero, llegue a participar de una ceremonia por y para ella. Por lo tanto, el amor como ritual social para demostrar adhesión con tu pareja frente a una cantidad de personas que te permita el dinero o tu desparpajo, es una muestra noble, plausible, pero innecesaria de decir “quiero estar contigo el resto de mi vida”. Pero para llegar a este estado de locura y desesperación, hay que estar seguro de que sea así. Yo he propuesto dos veces matrimonio, ambas con poco éxito. La primera fue a mis ex – gerente (que desde luego es mujer). Cecilia es aún una mujer hermosa e inteligente, que con sus años encima, luce más regia que muchas veinteañeras. Le hice una pancarta chapucera que decía “Cásate conmigo”; detrás de mí estaban mis compañeros, como una especie de tribuna cómplice y testigo de mis devaneos. Toda esa tribuna bancaria no hizo más que hacer muestras de su desacuerdo a mi proposición, aunque contentos con mi desgracia. Cecilia vio la foto con cariño, incluso al extremo de robarle un par de lágrimas producto de su partida acelerada hacia otra agencia. Puesto que ya estaba casada denegó mi proposición y me rompió el corazón luego de su no. La verdad no hubiera funcionado, y mi cariño abundante me cegó y manipuló para llegar a tamaño desatino. Por otro lado, Cecilia tiene dos hijas buenas mozas con las cuales, un futuro no muy lejano, me puede haber guardado algún tipo de revancha. La segunda propuesta matrimonial la hice hace poco, en pleno partido de fútbol. Desgracié un polo mío, pintándolo con plumón indeleble. “Cásate conmigo Cami, (tu vas a lavar el polo)” decía en mi insigne pecho luego de meter un gol que poco sirvió porque igual perdimos. Pero mi derrota personal se produjo horas después del cotejo deportivo. Camilita, con cierta maldad en la mirada, denegó mi proposición aduciendo que a su novio no le iba hacer mucha gracia un sí. La verdad Camilita, tu novio es un gilipollas y ni cuenta se hubiera dado de que te casaste con otro e incluso, si estás embarazada. Tu negativa no fue tan sincera como la de Cecilia, estuvo maquillada de escusas y sometida bajo esa terquedad y doble personalidad que tú, mi querida Camilita esquizofrénica, gozas y rebalsas. Pero bueno, debido a cierta desagradable experiencia sufrida anteriormente, no me veo deprimido ni desahuciado. Ahora que hablo de ti Camilita de mi corazón, me parece terrible que seas víctima de esas ideas cuadradas que te enseñan en esa Comunidad Cristiana a donde acudes e incluso me invitaste. No te niego que algo bueno saqué de la charla a la que me sometiste, y de que quizá regrese porque estoy en un limbo espiritual. Pero la verdad es que no comparto muchas cosas de las que allí hacen referencia y ni de la manera en que a ti, mi dulce Cami, te lavan el cerebro. Espero que seas feliz en tu matrimonio con Kevin, tu novio impoluto que reza por ti mientras tú y yo bailábamos en una disco de dudosa reputación; lindo él. Por otro lado me parece cruel que pienses como piensas de los homosexuales, y veas con desagrado el hecho de que en la siempre revolucionaria Argentina, hayan aceptado que se casen y compartan sus derechos y obligaciones juntos. Creo que el amor de los homosexuales es un amor tan o más puro que de muchos heterosexuales hipócritas. También es cierto que creo que hubiera ahorrado muchas controversias si le hubieran puesto otro nombre en vez de “Matrimonio Gay”, ya que la palabra matrimonio tiene cierta connotación religiosa. Unión Gay o Alianza Homosexual, serían términos más adecuados; porque el tema es que ellos tengan los mismos derechos que un heterosexual, todo desde el punto de vista legal y social; la religión es un hueso más duro de roer y la verdad, no me interesa roerla. Por lo tanto el matrimonio es un gran problema producto de costumbres tradicionalistas y puritanas que no te permiten vivir tranquilo si no eres igual al resto de persona supuestamente de bien. Los homosexuales, seguro, también terminarán divorciándose a la larga y por las calles, tanto homosexuales como heterosexuales, andarán despechados. Con Cecilia, la siempre guapa Ceci, no hubo mayor decepción, está casada y con sus hijas puedo tener chance. Con Cami, la cosa es distinta, porque me enfurece saber que ella no es valiente y de que no es sincera ni con ella misma a pesar de creer que sí, y también me subleva, el hecho de tener cierta afinidad con chicas con defectos que la verdad, me alteran mucho. Yo no me caso contigo, ni con nadie he dicho, y si por ahí, el amor, traicionero sentimiento hace que me coma mis palabras, lo haré como un simbolismo personal ofrecido hacia esa chica perversa que me convenció de hacerlo, y lo haré con el mayor de los amores y será en la playa porque no pienso dejar que la gente se embriague y alimente con mi dinero producto de un capricho de aquella mujer que aún no conozco. Lo haré en una playa lejana y quizá nudista, para ver si van esos zánganos trepadores (como yo) que acuden a los matrimonios para burlarse y divertirse a cuestas de la desgracia de otros. Espero que el amor, y sus terribles destinos, no me obliguen a llegar a tal extremo. Que Dios me guarde una chica guapa y loca que sienta el amor y no intente materializarlo en ceremonias que la verdad, luego de la algarabía del momento, van a terminar decepcionándote. Si hay amor, que Dios lo bendiga con hijos sanos. Lamento informarles a los homosexuales, que por más que intenten o apelen en las cortes, no van a poder tener hijos biológicos, lo lamento.

1 comentario:

javier jimenez dijo...

Muy bueno tu trabajo bro!
soy un joven de 17 y tus escritos me han sido(aparte de graciosos e interesantes) muy reflexivos para mi,
q no t los dscribo por que seria muy extenso, pero me encanto el trabajo que realizas y pues sigue adelante y muchos exitos. Espero algun dia poder ver estos escritos en un libro.
adios un abrazo!

PD: me llevo "Carta de Reconciliación" solo prestadito es para una asignacion sobre grandes escritores de la region sur(claro que va a tu nombre.)aaa y aver si colocas tu biografia.