jueves, 8 de marzo de 2012

Popotitos

-“Popotitos es un primor, pero baila que da pavor. A mi Popotitos yo le di mi amor…” – cantaba acompañado de su guitarra. Cantaba acompañado de su guitarra y de tres chicas despreocupadas como él, tres chicas guapas. Yo justo cruzaba la calle. Verlo sentado en el suelo, bien acompañado, tocando la guitarra, me provocó envidia. Cuando nos hicimos un grupo en la esquina porque los autos pasaban impidiéndonos cruzar, él muy descarado, empezó a cantar como gritando, desafinando bastante y mostrando poca vergüenza. Que rico vivir así, sentado en la vereda, con chicas lindas, cantando, mostrando poca vergüenza. Si me hubieran dado la oportunidad de escoger una profesión para vivir mi vida, hubiera escogido ser cantante. No hubiera sido futbolista, y eso que adoro el fútbol. La fama y la alegría de jugar al fútbol tienen un tiempo de caducidad bien corto, hubiera muerto de la tristeza con un partido de despedida. No hubiera escogido una de las tantas profesiones tradicionales: no doctor porque no me gusta la sangre, no abogado porque se pelea con todo el mundo, no economista por los números, no administrador porque hubiera terminado trabajando en un banco. Tampoco hubiera escogido ser galán porno, aunque la idea seduce; de sólo pensar me fatigo. Me hubiera gustado ser escritor, pero como un músico también puede escribir sus canciones y además cantarlas, me quedo con el agregado de la música que es la energía que alegra mis días. Un cantante tiene fama, es querido y admirado. No importa si no es muy agraciado físicamente, su voz enamora y las chicas lo aman. No importa si no es muy conocido, la fama siempre lo va a rodear a si sea en su país, ciudad, pueblo o bar recurrente. Hubiera escrito mis propias canciones, nada de llamar a Gianmarco para que te dé la mano (y eso que el pelado escribe genial). Un cantante no tiene una fecha determinada de cese. Quizá y la popularidad decaiga con el tiempo, pero jamás dejarás de tocar en un antro de la ciudad a capella, acompañado de un piano (el cual sería mi instrumento de bandera). Un cantante tiene poder de llegada, es un político más buena gente, despreocupado. Hubiera escogido cantar porque para cantar sólo tienes que llevar tu garganta a todos lados, como normalmente hacemos. Lamentablemente mi garganta no es tan profesional ni prodigiosa como hubiera querido. Lamentablemente mis dedos son torpes y no hallan las notas en el piano. Me hubiera gustado ser cantante pero no lo soy y probablemente tampoco lo sea. Me dio ganas de sentarme a su lado, no importa el uniforme de trabajo. Me sentaba a su lado y lo acompañaba sobre todo en esa parte donde desafina, porque a mi esa precisa parte, me sale bien. Quiero empezar este sueño roto cantando en las calles, con un sombrero para que caigan las monedas (que caerán con más frecuencia cuando me paguen porque me calle). Quiero cantar canciones de Fito acompañado de un par de chicas guapas que harán los coros. Fue la expresión de libertad que tanto anhelo, la dosis perfecta de locura que siempre hace falta para sentirte tú mismo. En la casa me puede faltar de todo: un plato de comida, una terma para bañarme delicioso, algunas comodidades y excentricidades pero nunca debe faltar una buena canción. Ya sea reproducida en la compu o en un equipo de sonido, ya sea en un silbido o cantada a capella así no me sepa la letra. En mi casa mamá siempre escuchaba canciones del recuerdo que la transportaban a sus años mozos como ella decía. La hacía recordar a sus enamorados, a alguna fiesta. A veces se animaba a lanzar unos pasitos de baile para explicarme cómo se bailaba en esas épocas. A veces me recitaba la canción para que entienda la historia que envolvía aquella melodía. La música siempre ha estado presente. Ahora también me ayuda a almacenar recuerdos. He tarareado esa canción todo lo que resta del día, y me ha generado una duda: me pregunto quién carajo le pone a su hija Popotitos. Si fuera este un apodo y haciendo alusión a mi perspicacia, debe de llamársele así a una chica que tiene varios potitos y estos son además de varios chiquitos, por eso: “Popotitos”. Pero bueno, ahora no sólo quiero vivir de la música, sino que también quiero a mi novia Popotitos. Me lanzaré a las calles, sólo o acompañado, y cantaré desafinadísimo haciendo uso de esta libertad y locura que a veces me olvido que tengo: “Popotitos es un primor, pero bailar que da pavor. A mi Popotitos yo le di mi amor”

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