miércoles, 29 de febrero de 2012

Papeles perdidos

Arequipa, 02 de junio 2011
Si supieras cuánto te quiero, cuánto pienso en ti, estarías tranquila. Si me vieras contando los minutos para poder verte y que todo sea tan mágico como siempre. Si pudiera correr a tu encuentro y saber que voy a ser bienvenido lo haría una vez por semana. Si supiera el secreto para que me creas o para que me entiendas, quizá y me querrías un poquito más. Estás en todos lados: en lo que miro, en lo que escucho, en lo que como, en mi cabeza, en mi pecho. A pesar de los malos momentos tengo la grata (quizá terca) sensación o presentimiento que sortearemos las dificultades y primará lo que nos hizo tan felices. Siempre hice lo fácil. Si me pongo a pensar, son pocas las cositas por las que he luchado en verdad. Tú eres lo que más quiero, lo más grande que hay en estos momentos en mi vida (grande por todos lados). No sé si tu intensión es olvidarme, no lo sé. Y discúlpame si soy insistente, la culpa de todo esto lo tiene el cariño sincero que te tengo y las ganas de tenerte siempre cerca. Para mí lo mejor siempre serás tú y si decides lo contrario el tiempo se encargará de descubrir la verdad. Yo ahora me preocupo por lo que siento, por lo que quiero y con firmeza y sin duda alguna y a pesar de todo, sigues siendo tú, siempre tú. En las buenas y en las malas, estaré ahí. El tiempo pasa, no se detiene. Yo te espero ansioso.
Días después (premonición, carta de despedida)
A veces el sol no sale. Tu chacra no produce. Tu perro no ladra. Simplemente, tu “vaquita” no da leche. A veces no somos dueños de nuestros actos, de nuestros pensamientos; de lo que hacemos o decimos. Muchas veces intentamos hacer las cosas bien pero hacemos todo exactamente mal. Pasa, y pasa con frecuencia. Alguna vez te dije que quererte así era como saltar de un barranco sin saber qué va a pasar. Presentir que cuento con alas y tener la confianza de que empezaré a levantar vuelo antes de encontrar suelo. Esta semana el tono de tu voz, tu expresión melancólica y triste, tus palabras cansadas, agobiadas; han puesto en manifiesto que las cosas no andan bien, que tu amor a sufrido variaciones y que tus pálpitos han declinado y venido a menos. Es difícil, la distancia y la soledad te obligan a rumear ideas que con los minutos pueden volverse decisiones. Esta carta sólo quiere dar a conocer que esa decisión que valientemente has tomado, estaba más que cantada. Que has ido diciéndome las cosas despacito, como preparándome, como advirtiéndome que ya no eres feliz y estás cansada. Comprendo, no soy tonto. A veces el final se presiente, otras se mal saborean como es mi caso. Lo sueños, sueños son y parece que lo de ayer sólo fue eso, un sueño. A medio paso de mi amor, perdiste la fe y todo se acabó. Gracias por los buenos momentos.
Hoy (P.D.)
Las cosas pasan porque pasan, al final nadie se muere de amor. De hecho que te recuerdo con cariño, y es que no tengo otra forma de recodar a las personas. Por eso, cuídate; porque a las personas que queremos, queremos verlas bien.

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