miércoles, 8 de junio de 2011

Fue ayer...

Recuerdo cuando salía del trabajo los sábados por la tarde, cansado; habíamos salido la noche anterior o te habías quedado en mi cuarto; tú sin querer irte, yo sin dejarte ir. Aquellos sábados salía de las responsabilidades con el cuerpo a cuestas, llegaba a mi casa y te iba a buscar emocionado. Tú salías radiante, recién bañadita, con tus balerinas rojas y casi siempre de mi tamaño. Recuerdo que caminábamos conversando de todo, cuando te peleabas con tus hermanos saliendo siempre victoriosa, cuando te burlabas de este niño tonto que te escuchaba asombrado, cuando me regalabas tus sonrisas y cómo disfrutábamos ambos la compañía del otro. Recuerdo (ahora caminando solo por las calles) cuando nos encontrábamos por las noches y comíamos cositas ricas; chifa, pizza o cualquier bocadito que se nos antojara; lo mucho que no reíamos y lo rápido que pasaba el tiempo. Recuerdo que ya era tarde y seguro tu mamá estaba hablando mal de la mía y yo te dejaba en tu casa raudo, subiendo al taxi con una velocidad impresionante para no ser un blanco fácil para tu papá que seguro me apuntaba con un rifle desde la esquina más solapada de tu casa. Recuerdo que en tus ratos de ocio mirabas Disney y cuando podías me hacías ver una que otra película contigo. Recuerdo cuando me contabas tus cosas, las del cole, cuando te trataban como rea y las tonteras que te pedían. Recuerdo claramente la vergüenza que me daba entrar a tu cuarto, generalmente los sábados por la noche, con tus papis al costado y hasta altas horas: o escuchando música o dándonos besos que no podían pasar a más por temor a ser descubiertos. Recuerdo cuando intentabas hacer todo y graduarte de ama de casa: el adorno que me rompiste y los fideos que quemaste. Recuerdo como alentabas a tu dios Nadal, aquel español que ahora por recordarte, no me cae tan mal. Las peleas por dejar en claro cual era el mejor equipo del mundo, tú siempre por el Madrid, yo a muerte con el Barza. Los gestos que ponías, la forma en que me mirabas, los globos con heleo. El viaje a Puno donde por poco te mueres y donde por poco me matas por llevar las miles de cosas que trasladaste. Recuerdo las veces que me procuraste reuniones familiares a donde no debí asistir pero me ganaban las ganas de estar contigo. Recuerdo las cosas que te obligué a hacer en la intimidad donde te luciste como mujer e hiciste que me enamorara un poquito más de ti. Te recuerdo hablando de Lu y la pena que tuvimos cuando nos enteramos que lo tuyo era sólo un retraso y lo mío una constante (mi lapicito no pinta). Recuerdo que no te gustaba que te agarre los pies. Las nalgadas que nos metíamos cuando estábamos distraídos. La noche en que te quedaste a dormir conmigo con una mentira tontísima y el temor del día siguiente cuando todos sabían la verdad o por lo menos se las olían. Recuerdo a lechuga esperándote en la madrugada para entrar él también. Recuerdo tus promesas, las lágrimas, los abrazos, las ganas de nunca separarnos. Recuerdo las frases bonitas en el face, recuerdo los mensajes de texto y la desesperación por hacer saber al otro todo lo que sentíamos en eso momento. Recuerdo tu mano tomada de la mía.; cuando te miraba el escote de reojo. Recuerdo cuando llegabas a tu casa muy tarde y nos poníamos a hablar por teléfono un par de horas más, sabiendo que nos volveríamos a ver por la mañana. Recuerdo tu desnudez en mi cama, la cual siempre ocultabas entre mis sábanas o con una almohada impertinente. Recuerdo las miles de coca colas que tomamos, las velas que prendí para ti acompañados de un vinito y la inconfundible voz de Luis Miguel y sus boleros. Te recuerdo subiendo mis escaleras, llamándome para ver si ya había salido del trabajo, besándonos en el taxi. Te recuerdo segura de todo, firme en las cosas que querías conmigo. Te recuerdo con tanto cariño que todavía sonrío cuando es así. ¿A dónde irán a parar los recuerdos? Los feos recuerdos en esta cabecita distraída suelen perderse; los buenos, casi siempre quedan; a veces es mejor intentar que no sea así. Y después de tanta remembranza y volver al pasado con cierta nostalgia, la triste conclusión de todo es: Eso, fue ayer...

No hay comentarios: